TERTULIAS PARA ESCRIBIR

Es el título de un taller literario que hace muchos años vió la luz en Córdoba, Argentina, sin mayores aspiraciones que desarrollar una pasión común en muchas personas: la pasión de escribir. Pero no persiguiendo el conocimiento de sofisticadas técnicas y teorías literarias, ni estudiando autores consagrados, ni analizando encumbrados títulos, ni siquiera sumergiéndose en la disciplina de los distintos géneros literarios, ni tampoco buceando en diversos conocimientos enciclopédicos. No, ni mucho menos. Para eso está la muy loable y muy digna carrera de letras. Solo se buscaba divertirse escribiendo, realizarse uno mismo a través de relatos cortos, explorar la creatividad que cada ser humano llevamos dentro, expresarse a través del universo libre de la escritura, descubrir el íntimo placer de la creación literaria, experimentar la sensación de generar desde sí mismo a la vez que nos regeneramos a nosotros mismos.
                   Así de sencillo. Y, alrededor de ese proyecto, dirigido por un conocido autor argentino, Germán Maretto, fueron reuniéndose y amalgamándose gentes de todas las edades, clases, niveles y condiciones sin distinción. Estudiantes, médicos, empresarios, albañiles, profesores, labradores, mecánicos, repartidores, ingenieros, camioneros, amas de casa… formando y conformando un corpus creativo, un centro formativo e informativo, un grupo de opinión respetable, importante y diverso. En la actualidad se están autoeditando sus propias antologías literarias y publicándose en diversos medios, y son cientos de personas interactuando en más de una veintena de capítulos, con una cada vez mayor lista de espera en un pujante y envidiable proyecto cultural de proporciones aún desconocidas por lo difícil, o por lo improbable, de calcular siquiera…
                   Hoy, ese proyecto salta el charco atlántico y se instala en nuestro país, antes de su muy probable expansión por el resto de países de habla hispana. Y lo hace como Tertulias para Escribir, tal y como allá nació, y bajo el paraguas de HISPADEL, la Sociedad Hispanoamericana de las Letras, creada para servir a tal efecto. Así que en este punto y lugar, mis lectores se preguntarán qué leches pinto yo en este encalado. Pues bien, en este preciso momento, me cabe el privilegio de ser el partero ayudante del obstetra que ha nacido esta realidad acá, en España. Criatura que es parida aquí, en Torre-Pacheco, gracias a la excelente sede brindada por el patronato de cultura de su Ayuntamiento, y que justo es reconocer lo debido a quien es debido. Así pues, desde el 31 de Mayo – invitados al acto inaugural quedáis todos – echará a andar sus primeros pasos, hará sus primeros escarceos, de la mano de su hermano mayor a través de la tecnología moderna (skype creo que se llama) encargada de eliminar el tiempo y el espacio entre dos continentes.
                   ¿Obtendrá la merecida  respuesta?.. me preguntas, clavando en mi pupila tu pupila azul… La respuesta eres tú. La respuesta sois todos vosotros, todos ustedes son la respuesta… Y, si he de ser sincero, tengo mis muy serias dudas, la verdad. La cultura en este país no es precisamente lo más valorado. Se leía más, mucho más, muchísimo más en proporción, hace 50 o 60 años, aún con menos, muchas menos, muchísimas menos posibilidades que hoy en día. En la actualidad, aquí, cualquier cosa, cualquiera, es buena excusa para anteponerla a la cultura. En la escala de valores de nuestra sociedad está muy por debajo de la prioridad que debiera tener… No así, sin embargo, allá, en Hispanoamérica, donde nos salvaguardaron la nuestra en recientes épocas de nuestra historia de dictadura, persecución y prohibición, (edit. Kier en México, Losada en Argentina…)  y donde aún saben cuidarla, mimarla, honrarla, amarla y reconocerla como tal. A la vista está…
                   Y es el caso que las palabras no son ajenas a nosotros. Somos su mundo, al igual que ellas son nuestro mundo. Para expresar el lenguaje, no tenemos más remedio que usarlas, hablándolas o escribiéndolas… Decía Octavio Paz que las redes para pescar palabras están tejidas de palabras. Y en el hombre, en la mujer, en el ser humano integral, su mundo, sus ideas y sus sueños, su pensamiento más profundo, prefiere el lenguaje escrito al hablado. Y es que, por una parte, el hombre ha construido la comunicación, y por otra, la comunicación ha hecho al hombre. Dos agentes que se necesitan para modelarse mutuamente… Como aquel que deseaba labrar una efigie, que primero tuvo que hacerse un cincel, y luego, el cincel, poco a poco, hizo al escultor. Así que, amigos míos, aquí tenéis el cincel, vuestra pluma, en Tertulias para Escribir… Ahora ya tan solo faltáis vosotros.

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