EL GRAN CENSOR

De ningún modo puedo sustraerme el comentar lo acaecido a mi amigo, y colaborador de este mismo periódico, Pepe Hernández, por lo que tiene de surrealista y de almodovariano. Y lo cierto es que sería un divertido skecht entre los actos del drama que se representa en el escenario de la política de esta país, si no fuese porque, en el fondo, subyacen motivos y formas lo suficientemente serios como para empezar a ser preocupantes… Pero, enfín, fuera como fuera, la verdad es que lo ocurrido al buen José, más que patético, resulta peripatético.
 
                Con ocasión de las últimas elecciones habidas y sufridas, allá por el 2.012, Hernández Mondéjar suscribió una serie de artículos bajo el lema El Candidato Virtual, donde, como su propio título indica sin lugar a equívocos, aparentaba nominarse a sí mismo frente a un inexistente, y delirante, partido ficticio, en que la broma, el humor y la parodia eran los ingredientes utilizados para hacer pasar un buen rato al lector con todos los típicos tópicos que nos depara toda campaña electoral… Hasta aquí, la ocurrencia festiva y desenfadada del columnista. La triste gracia (que no desgracia, para él) es que, militante del PP de toda la vida, le dieron de baja en el mismo, ipso facto. El motivo: “.. por hacer campaña con otro partido”. Censurocracia, se llama esto. Acaba de enterarse y está mudo de asombro.

                No es para menos, Pepe, no es para menos. Yo mismo me he quedado bizco cuando lo he leído. Pero más por las connotaciones asociadas al hecho que por el hecho en sí mismo, por muchas migas que éste tenga, que las tiene… Lo primero es que yo pensaba que el cuerpo de censores había desaparecido con don Paco el ferrolano. Pero se ve que lo han resucitado y puesto en marcha. No se entiende como se enteran lo que escribe todo plumilla en todo el territorio nacional… porque si saberlo lo saben, entenderlo no lo entienden. Se ve que son jóvenes contratados de los que se refiere el Informe Pysa, de comprensión lectora cero puñetero. Porque hay que ser asnos para confundir un partido real con uno de coña… Claro que, como los reales parecen tan evanescentes, igual no saben distinguir la verdad de la ficción. En todo caso, aún puede dar gracias José Hernández de que su cachondeo fuera mucho antes que lo del Jordi Evole, si no, no sé lo que pudieran haber imaginado tamañas eminencias.

                Y eso que, en tiempos del invicto, la censura la ejercían lo más burdo e inepto del cuartel. La Codorniz publicó en su primera página que España “sufría un fresco general procedente del norte”, y creyeron que era el parte del hombre del tiempo. Pero, aún con su burrez, no confundían churras con merinas. Mi pariente Luis Tardido, en aquellas dictatoriales fechas, sacaba pecho de pertenecer al Partido Comunista del Niño Jesús, y nunca, jamás, a nadie se le ocurrió ni soñando que pudiera ser verdad. Todo lo contrario, el festejo y el jolgorio era compartido por tirios y troyanos… Pero es que con mi amigo se han tragado el cazo hasta el rabo. Hay que ser mú tontolhabas para creerse a pié juntillas una parodia tan exagerada como disparatada.

                Dios nos libre de caer en manos de cazafantasmas de tal nivel. Porque tengo otro amigo, más o menos conocedor, de más o menos intríngulis, de más mases que menoses saberes, que me dice y asegura que no, que no es que los censores hayan vuelto a la vida de los no muertos, que no es eso… Que lo que sí existe es una red de espías y correveydiles, un anónimo servicio de informadores y cantaranas, de especímenes emboscados que ejercen de divino ocus vigilans, que van rajando al camarada supervisor lo que andas cascando por ahí, o lo que largas escribiendo, o con quiénes te vas arrejuntando…
               

                Si eso fuese verdad, y visto que a mi amigo Pepe lo han borrado por traidor a la causa, no puedo evitar el asalto al recuerdo de viejas pesadillas en que el gran hermano tejía sin cesar – como Ariadna – interminables listas negras… Por naide pase.

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