UNIVERSO
No me puedo
sustraer de comentar el último descubrimiento que ha hecho un equipo
internacional de científicos desde uno de los mayores observatorios del mundo,
en el Polo Sur. Es demasiado atrayente para mí, ya me conocen mis habituales de
qué pié cojeo. Y me es muy difícil evitar la tentación de comentarlo con
ustedes, que, aunque bien sé que esto es tema de minorías, no me negarán que la
curiosidad por saber cómo y cuándo comenzó todo este jodido lío, no resulta
atractiva.
Porque lo que ha salido a la luz
son los primeros instantes del universo. Los primeros segundos de su
nacimiento. Las ondas de su primer movimiento, de su primera respiración, de
sus primeros latidos… Escalofriante, ¿verdad?.. Todo empezó hace casi 14.000
millones de años… ¿Y cómo puede saberse esto?, preguntarán algunos. Muy
sencillo: por la velocidad de la luz: visto el fogonazo y captada la distancia,
calculado el tiempo. Pero, el caso de esta cosa es que viene a confirmar la
relatividad de Einstein, la teoría del Bing-Bang de Hawkyng, e incluso el más
reciente de física quántica del Bosson de Higgs, encajando todo como teselas
maestras de in inabarcable puzzle.
Todo se inicia en un punto
primitivo que bien podría ser mil millones de veces más pequeño que un protón,
si es que pueden imaginar tamaño destamaño… ¡¡¡ Pum ¡!!. Comienza a expandirse
exponencialmente, duplicándose a sí mismo en fracciones de nanosegundos… cien
veces… mil veces… un millón de veces… entonces tiene apenas el tamaño de un
garbanzo. Pero la fuerza, la inflación, es infinita. Es en ese mismo punto y
momento cuando aparece el fenómeno del tiempo. La dimensión temporal. Y eso tan
solo como elemento especulativo, para poder entender pálidamente el desarrollo
de lo que vino después: la conversión de esa energía en materia, la materia que
se asocia en una gama infinita de vibraciones distintas y densidades diferentes
para organizarse en mundos, planetas, estrellas, galaxias, cosmos,
constelaciones, universos… cientos de miles de millones de ellos.
Los científicos, de momento, se
quedan ahí. Bastante tienen con empezar a desliar esta inmensa sartén de migas.
Lo que, a partir de ese instante, depare el desoville de tal madeja, promete
ser apasionante, sin duda. Ojalá pueda vivir las próximas décadas manteniendo
la sesera lo suficientemente despejada y en condiciones como para enterarme
bien enterado de lo que vá a ir saliendo a cuenta de este invalorable
descubrimiento.
Sin embargo, aunque la ciencia
lleve su camino pasico a pasico, y no especule, o especule lo justico, a mí sí
que me gusta sacar consecuencias suficientes como para mantenerme despierto en
lo que me apasiona. Así que yo me pregunto: vale, conforme, de acuerdo, la
traca inaugural de este inabarcable castillo de fuegos naturales ya sabemos cómo
pudo tener lugar… ¿Pero qué coño – con perdón – hizo que se encendiera la
chispa que prendió la candela?.. ¿qué factor provocó tamaña explosión creativa,
o creadora, o creacional..?. ¿Qué ocasionó y, sobretodo y casi por encima de
todo, porqué se ocasionó semejante espectáculo?.. ¿Qué motivo originó el circo
que vivimos como espectadores al mismo tiempo que como payasos?.. Si la
mecánica quántica es autointeligente, ¿de dónde salió esa inteligencia?..¿de
qué nació la inteligencia natural, animal..?, ¿de dónde leches la humana… por
llamarla de alguna forma?.
Ya sé que son preguntas sin
respuesta pesable y medible, cuantificable. Que aquí la ciencia utiliza una
discreta prudencia. Es lo suyo. Pero el intelecto vuela en busca de sus propios
patrones, porque, si no, no sería intelecto. A mí no me importa en absoluto el
nombre que se le dé al absoluto. Me importan los atributos de ese absoluto, no
sé si me explico... Y los que me imagino son de mucho más sentido común, de
muchísima más lógica, que los que me han ido enseñando muy mal enseñado, y tuve
que reaprenderlos de nuevo por mí mismo… Buscad, y encontraréis, ¿os suena?..
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