RELIGIO PÓPULI

 


(de ABC)

Hace ya muchos años… los bastantes y suficientes para que se pueda contar sin que haya demasiados perjuicios, aunque sí que aún existen los prejuicios, aquel hermanamigo cura me pidió que lo acompañara a unos programas que la Cope había montado sobre Religiosidad Popular durante una Cuaresma de aquellas, como preparación para la Semana Santa. Cada tarde/noche le correspondía a una parroquia ir a dejar el exvoto en el altar de las santas ondas… Me resistí a mi muy querido camarada diciéndole que había seglares muchos más puestos, dispuestos y predispuestos que yo, pero me contestó que sí, vale, bueno, pero no más libres a la hora de largar. “Quiero conmigo a alguien que diga lo que a mí me es vetado opinar”… Ni dos palabras más.

Cuando se tocó el fenómeno laico procesionil, mi opinión hizo saltar los plomos… He de reconocer que el protocolo institueclesial establecido para tales “porsiacasos” funcionó limpiamente y sin grandes estridencias. Como un buen cuerpo de bomberos, actuó rápido y en el foco… Salimos de allí a medio programa y con parte del otro medio sin poder ser emitido “por inevitables causas técnicas ajenas a nuestra voluntad”, ya saben…Las consecuencias, si las hubo, que apostaría cinco contra uno que sí, se las cargaría a posteriori mi buen y muy querido amigo…

Han pasado décadas… y algún que otro papa, pero me parece que las cosas siguen igual, y que los casos estos se vigilan “a degüello” para que no ocurran. La involución habida desde entonces acá es más que notable, y lo digo con sobrado conocimiento de causa. Tengo más anécdotas de este tipo que hoy serían absolutamente imposible que ocurrieran (incluso ante todo un muy señor Nuncio), pero que guardo en mi álbum de historietas y experiencias vividas.

Y si hoy he desempolvado este recuerdo es por algún comentario sobre esa misma Religiosidad Popular que salió a relucir en la amable contertuliedad (válganme el palabro) de un velador y unos cafés entre gente que se estima y se respeta. Supongo entenderán los que me leen lo que quiero decir…Cuando se tocan estos espinosos temas, lo mejor de todo es dejar claro de principio las claves del diálogo: o se basan en valoraciones históricas, o en valoraciones folklóricas, pero juntar ambas dos para luego hacer valer las segundas sobre las primeras con la sagrada tríada: tradición, fe y dogma, yo a eso no juego, porque no existe ningún tipo de ecuanimidad en tales casos.

Para eso están los artículos como éste, para ser rebatidos si se quiere, aportando aquello que se considere de interés aportar, pero no para liarse una discusión bizantina con personas incapaces de salirse del dogma, generalmente más impuesto que propuesto… El manifestar lo de “lo respeto pero no lo comparto” es lo mínimo que se debe poner sobre la mesa, sin embargo, lo que suele funcionar en esos casos es, precisamente el como no lo comparto tampoco lo respeto.

Los de pensamiento liberal, en esos barros, normalmente tenemos perdida la partida, pues se nada contra una poderosa, caudalosa y populosa corriente formada de tradición, costumbre, horma y dogma, y muchísimo más dogmatismo que pragmatismo dicho sea de paso. Y esas son fuerzas ciegas que no dejan títere con cabeza. Precisamente es la fuerza de choque que abonan y utilizan todas las confesiones e iglesias para barrer lo que ellas consideran el nefasto vicio de pensar por nuestra cuenta.

Por ejemplos: El Corpus tuvo por origen las visiones de una religiosa de Lieja, que, en trance, creía ver la luna llena con una llaga del Señor; el descubrimiento de la Santa Lanza, en Antioquía, fue una burda patraña, pero desencadenó las Cruzadas; a San Francisco de Asís no lo conocían ni en su casa, sin el hermano Elías; el movimiento Mormón tuvo orígenes vergonzosos, pero ahí está; la Ortodoxia rusa reposa en una sopa de absurdos que da grima, más ahí la tenemos; el Islamismo no existiría sin la epilepsia del hijo de Amina… ¿Una Juana de Arco primero instrumento de Dios, y luego del Demonio?..

Se podría llenar un libro entero con los hechos que han motivado y/o potenciado los grandes e inequívocos movimientos religiosos. Son tan innumerables que podríamos convenir que las religiones no existirían sin el substrato de creencia popular que, debidamente fomentado, las alimentan y las hacen posible… Cuando se llega a las raíces históricamente documentadas, de todos los nacimientos “dirigidos” por unas “añadiduras” totalmente ajenas a la realidad de los hechos, es cuando nos damos cuenta de algo con una casi-absoluta claridad: ¿qué fue antes y entonces, el pastor o el rebaño?.

Sinceramente, y sin ánimo de molestar, yo respondo que siempre ha habido un rebaño en busca de un pastor; unas ovejas en busca de un redil; borregos que se encuentran desorientados fuera de su propio ganado, en busca de un aglutinante… Los credos se han alimentado de los creyentes, no al contrario, nunca al revés. La propia buscada y perseguida destrucción de Jesucristo fue porque se opuso, como ser libre que defendía la libertad, a la religión organizada de su tiempo: el judaísmo, o a cualquier otro tipo de religión reglada.

Que luego naciese de esa misma raíz judáica un incipiente cristianismo de la mano de su hermano Santiago, y después modificado a espectacular catolicismo por Pablo de Tarso, fue una oportunidad única que ningún fundador de religiones deja escapar… Todo esto es pura y dura Historia; hechos probados, documentados e incontestables; y lo demás es el merengue que se le pone a la masa para ser vendida, consumida, dirigida y digerida. La pena, la lástima, es que las verdades universales de sus Avatares sigan ocultas y a buen recaudo.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

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