PROSTITUTAS (con perdón)

 

(de El Diario)

Que al PSOE le hayan tirado para atrás, sus propios aliados, su ley… la verdad es que no sé muy bien si es Ley “sobre” la prostitución, o “contra” la misma, debe ser porque la cosa no estaba como muy clara. Cuando Sánchez lo anuncio con su acostumbrado estilo de bombo y platillo, que soltó que “iba a terminar con la prostitución”, un problema éste, que ningún gobierno, dictadura o no, ha podido eliminar a lo largo de la historia… Ni siquiera en este país, en cuarenta años de acendrado nacional-catolicismo franquista a yunque, pudo erradicarlo, aunque sí, por supuesto, controlarlo. Y es que son demasiados factores los que confluyen en esta cuestión a los que tener en cuenta: desde la libertad a la dignidad de las personas hay una extensa gama de matices externa que hace que el delito apunte más a la participación ajena que a la voluntad propia.

Quién no tuvo una feliz frase a tal respecto fue la “vice” Yolanda Díaz, precisamente: “no se puede prohibir la prostitución porque la prostitución existe”… Yo creo que no la pensó; que fue una soltada no meditada, ni tampoco medida, una especie de diarrea mental. Alguien debió decirle, y si no se lo digo yo, que la explotación laboral también existe, incluso infantil, y la pobreza en España (más de un 30%), y la desigualdad salarial, como bien ella sabe, y el crimen, y la evasión fiscal, y los delitos de abuso… ¿por el hecho de existir no se pueden combatir?.. Pienso en una metedura de pierna (ella no usa “pata”) que es una contradicción con lo que dice defender y con su propia doctrina avanzada a la que dice también pertenecer.

Lo que pasa es que tales ideologías – todas – que han hecho de sí mismas una partitocracia (miren que no digo democracia en estricto sentido) de la que vivir, y ostentan poder tan ricamente, son muy dados a la etiquetósis, y a veces caen en las trampas de sus propias etiquetas… Y es que hay cosas, y casos, que no son etiquetables en modo alguno. Y, miren por dónde, la prostitución es una de ellas… Y es difícilmente etiquetable, porque suele darse por tres muy distintas razones: por voluntad, por obligatoriedad o por necesidad. No es lo mismo una prostitución elegida que una prostitución forzada. Y el factor que la diferencia está en los intermedios y en los intermediarios.

Lo que se debe aniquilar de raíz es el proxenitismo en todas sus formas: acabar con los chulos, los explotadores, la mafia de trata de blancas (un esclavismo de siglos, al fin y al cabo) y terminar con todo un sucio mercado y mercaderes que viven de esta lacra… Veríamos cómo la prostitución bajaría sus índices fuertemente. Si se logra acabar con esta peste ya solo quedarían las mujeres que la practican por necesidad o por propia voluntad. Con las primeras podrían establecerse programas sociales que les brindase la oportunidad de ganarse la vida (a veces mantener a sus hijos) de forma y manera más digna, aunque para mí es más digna la que ha de hacerlo por el pan que el indigno que utiliza su hambre para satisfacer sus instintos… Es que los parámetros de “dignidad” solemos aplicarlos de manera arbitraria, o atrabiliaria, o atribularia… que éste es uno de los muchos casos que no voy a explicar por falta de espacio, que no de ganas.

Entonces ya quedaría solo la prostitución voluntaria, la ejercida por libre elección, por libertad personal… Y, en este caso, pensemos lo que pensemos, priman los derechos humanos de libertad para elegir el medio de vida propio que creamos oportuno. Un traficante de armas, o de drogas, o de personas, o de órganos, por ejemplo, es un medio de vida criminal, pero no el de la prostituta, si no es por explotación ni hace daño a nadie… Y estas opciones inocuas, son – o debieran ser – tan respetables como las demás. Menos inocua es una corrida de toros, digo yo, donde se perjudica a un animal por la fuerza… y no quiero meterme en camisas de once banderillas.

Así que el llamado “oficio más viejo del mundo” quedaría tan solo que en eso mismo: en un simple, vulgar y normal antiguo oficio, que, como tal, debiera ser legalizado, controlado, fiscalizado, reglado y ejercido según su naturaleza y bajo los impuestos convenientes. ¿No se ha hecho con el alcohol, el tabaco, el juego y ciertas drogas?.. Eso sería lo adecuado y lo civilizado en cualquier sociedad avanzada a tal respecto. De hecho, algunos países centroeuropeos llevan décadas de adelanto en su legislación y ordenación, casi modélica en algunos casos, en esta materia.

Que nosotros, en esta España nuestra de nuestros pecados, a estas alturas del cimborio, aún estemos considerando si son churras o merinas, demuestra nuestro nivel evolutivo dentro de la madurez… El simplismo del SÏ o del NO en un asunto con tantos e importantes matices, esquinas y flecos, resulta de una improvisación estremecedora. Huele más a pose de selfie que a un avance legislativo. Si bien, por otro lado, y también a tener en cuenta, el no hacer nada cuando, al menos, se puede acorralar el proxenitismo… tampoco deja de ser una irresponsabilidad por parte de los que deben – y presumen – de velar por el buen gobierno.

Con estas pobres mujeres, seres humanos y personas, aún estamos como cuando Felipe II, muy catolicísimo él, pero que dejaba importarlas y explotarlas de Flandes en condiciones infrahumanas e indignas. Ahora llegan de los países del este, centroamericanas, subsaharianas (viva la globalización), en exactamente las mismas condiciones que entonces. Y a nuestros gobiernos y políticos solo se les ocurre lo que a Fernando VII: prohibirlo todo y que la gente se las apañe sin armar ruido… Hasta Franco lo hizo mejor sin hacer nada del otro jueves y sin molestarse demasiado: control sanitario y poco más.

Debería darnos vergüenza, pero esto, se diga o no se diga, no es otra cosa que un racismo esclavista ejercido con propias y ajenas. De hecho, uno de los peores racismos, de los más hipócritas e inhumanos: el que se obliga a ejercer un trabajo por la violencia, el chantaje y la fuerza, para, luego, tener la iniquidad de condenarlo en sus propias víctimas. No solo no las protegemos, sino que, además, las castigamos… “Haz de llevar cuidado – me acerca uno a la oreja – a Jesús, después de perdonar a la del pozo, el evitar que lapidaran a otra, e intentar protegerlas a todas, también se lo cargaron de mala manera”… ¡Oído cocina!, respondo, ¿Y tú crees, tío, acho, que “entavía” andamos en esas?… le pregunto, preguntándome igual a mí mismo. Es que no me fío ni de mi propia respuesta.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.com – info@escriburgo.com

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