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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

lunes, 16 de septiembre de 2013

EUROPA

El año próximo tenemos elecciones europeas. Y habremos de votar a nuestros representantes – previamente preelegidos y precocinados – por los partidos, para que se peguen la vida padre y cobren de puta madre. Serán aquellos a los que sus siglas querrán agradecer los servicios prestados o malprestados (aquí cuando algún inútil hace una pifia se le asciende), y/o que quieren buscarse sus retiros dorados en sus sedados y sonados senados. Además, en la distancia es más fácil ocultarse y ocultar cosas al personal. Y una de las ocultaciones más guardadas por nuestros políticos nacionales del uno y otro lado del Mississipi es que lo que nos venden como sustancial, el concepto de nación-estado, es ya una estructura de gobernanza caduca y obsoleta.

               En Europa es de especial manifiesto. Nuevas generaciones están creciendo con un menor nivel de vida que el de sus padres, y la disyuntiva es caminar hacia una integración europea total o seguir desangrándose en opciones nacionales egoístas, insolidarias, arcáicas e inoperantes. O somos fuertes todos juntos, o los débiles arrastrarán al resto, tarde o temprano, a la insignificancia continental. Una de las añagazas para mantener vivo el "ancian régime” es no unificar en una sola y única campaña la votación de todos los países juntos y a la vez, a fin de desenmascarar las publicidades nacionalistas encubiertas en cada caso. Si nos fijamos, se hace mucho más hincapié en los intereses locales que en los generales, en una antítesis de lo que debería ser.
                Y lo que debiera ser es que la una sola Europa adopte para todos los mejores sistemas que cada país sabe desarrollar: el de empleo alemán, el de sanidad francés, el de educación finlandés, el de igualdad sueco, el de… No puede haber veinte modelos distintos en un concepto único de unión europea. Es lo contrario a una unión. Es lo que España con respecto a sus autonomías: un auténtico y esperpéntico desastre económico, político y social. Un desbarajuste descomunal que: 1).- dilapida las sinergias positivas en tiempos de bonanza, y 2).- nos lleva a la ruina en los de escasez. El modelo de una desunión europea lo tenemos hoy establecido en desempleo crónico, población envejecida e insostenible, crecimiento frenado y deprimido, creciente desigualdad económica y social, desaparición paulatina de la clase media, agotamiento de los recursos naturales, paralización de las energías limpias, calentamiento global, países de primera, segunda y tercera división…
                Pero, claro, resulta ingenuo creer que líderes elegidos para 4 o 5 años por ciudadanos de países con diferentes intereses, puedan resolver otros problemas que no sean los de su propio interés. Nosotros seguimos a lo nuestro: fomentando el nacionalismo con las adormideras sociales de siempre, que si las competiciones deportivas nacionales, que si las fiestas ídem, que si los tópicos ombligueros y típicos arcaizantes de las muchas naciones-estado. Es el vehículo más apropiado para el negocio a corto plazo a repartir entre ciertos bolsillos, y para el atontamiento patriotero y bajuno de los ciudadanos. Y no digamos para el medro político… Y dentro de este pastel, nosotros somos los últimos en enterarnos de que aún seguimos imbuídos de un proyecto político falseado. Intelectualmente proclamamos que Europa aún es una abstracción para su ciudadanía, pero abundamos en hacer todo lo posible para que siga siendo así. Una triste incongruencia. Una sangrante ironía que todos hemos empezado a pagar… y otros a cobrar.
                La política en democracia está en el equilibrio entre lo que quiere el pueblo y lo que necesita. Lo malo es cuando el interés de esa política se esfuerza por deformar y desinformar, con la entusiasta aceptación y participación además, de ese mismo y atontado pueblo. De ahí que Europa se plantee más lo que cada nación quiera y necesita, que lo que puede aportar a la auténtica unión europea. No debemos, ya no podemos, actuar como españoles, franceses, alemanes, italianos, holandeses… mucho menos como vascos, andaluces, gallegos, catalanes o mierdaneses… O somos europeos o no lo somos.

                ¿Dejaremos que sigan engañándonos?.. Pues sírvanse ustedes mismos.

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