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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

jueves, 15 de febrero de 2024

DECÍAMOS AYER...

 


(de Rtve.es)

Bien jovencito yo iba para impresor, pero las circunstancias de la vida me empujaron a otro camino. Aprendí el oficio completo: desde los tamaños y cortes de papel; la impresión en diferentes máquinas, manuales y eléctricas; encuadernación en blocs, talonarios, etc… pasando, por supuesto, por el alma de todo: por la composición de moldes en tipos de plomo (de ahí lo de tipografía). Con don Emilio, al que mucho quise, que me enseñó a juntar y justificar las letras que componen los textos: tipos, tamaños, familias; regletas de dos, cuatro, seis, ocho o doce puntos… Y he terminado mi andadura juntando letras también, ¡qué cosas!, pero esta vez directamente sobre el soporte (ya casi nunca papel), y no copiadas del original dado, sino de mi mente que me las dicta, y me las elige, ora esto, luego lo otro… Empecé como impresor y termino como escribidor.

Pero esa mente es selectiva, aunque me conceda una parte de libertad creativa… Por ejemplo: leo en letras de molde bien gordas una cabecera de periódico regional (LO-20/11) algo que me sobresalta la atención, y es “el Mar Menor amenazado por fármacos y cosméticos”. Decenas de años echándole la culpa a la agricultura (toda la culpa, sin tenerla toda), y cuando se la condena aparece esto… Busco industrias cosméticas y farmacéuticas por acá y acuyá, y no encuentro ninguna, pues lo de las múltiples e incontrolables, y macro, piaras, de la cría de cerdos, no lo veo compatible con el perifollo.

Así que me pongo a leer el estudio… y me encuentro con que a eso se les llama “contaminantes emergentes”, osea, que empiezan a florecer ahora, en la actualidad. Vale. Un nuevo foco el que amenaza a la laguna. “La mayor presencia de estos contaminantes se dan en las zonas costeras, donde hay una mayor presión humana”, apuntan los investigadores. Esto es: los focos ya no vienen tanto del interior, sino que están “in situ”. Va a ser, me temo, que ahora toca prohibir que los visitantes, veraneantes, vecinos y turistas, se tiñan el pelo, usen rimmel y demás cremosidades, y, lo peor, que vayan enfermos y podridos, como los que tomamos una docena de pastillas al día para mantener nuestra apariencia de sanos.

Los fármacos de uso humano tienen su principal vía de entrada a través de los efluentes de las plantas de tratamientos de aguas residuales”, sigo informándome en el detalle de las causas… Está más o menos claro: evacuamos vía WaterClouse toda la porquería química con la que nutrimos y embadurnamos nuestros patéticos organismos (la alimentación propiamente dicha ya lleva su propia carga de contaminantes químicos), y todo va a parar al mar al que, matarile-rile-rile, le damos día a día, a todas horas, desde nuestras estancias costeras, en una transfusión lenta, pero mortal, acelerada a tope en temporada alta… Los propios de las manifas de “salvemos al soldado Ryan” son eliminadores activos de las sustancias farmacosméticas que joden mogollón a nuestro muy querido medio. ¿Qué hacer, pues, ahora?, ¿qué decir entonces?. A mí no me pregunten.

Decíamos ayer… Bueno, eso era Fray Luís de León desde su cátedra de la University of Salamanca; pero decía yo muy ayer desde mi cátedra de la vida; desde mi espadaña de ver las cosas y de recibir pedradas, sin dejarme llevar por la marea de lo que toca (o nos hacen que toque) en cada momento, y los sentimientos impostados de aluvión, que sí, que claro, que naturalmente, que la agricultura intensiva tenía-tiene una buena parte de culpa en el desastre ecológico y natural de la laguna… Pero eso: que solo una parte. Que había otra parte de producción de veneno aportada por los propios hacinamientos humanos que soporta el litoral, en espiral intensa creciente, y que no son ángeles que (con perdón) no comen, no mean, no cagan, no se lavan ellos ni lavan sus ropas, no usan lavavajillas…

Pero esa parte, nunca, jamás, se ha querido ver. Seguimos masificando la costa de bares, servicios, hoteles, chiringuitos, urbanizaciones y proyectos constructivos a mogollón, y más los que vendrán a partir de la suspensión de la moratoria. Esas construcciones invasivas – para eso se hacen – se petarán de humanos que se maquillan por dentro y por fuera a diario (aparte, claro, el aporte de su cada vez mayor menage), y que, al tercer día, resucitará todo en forma de excremento, que, a pesar de toda su depuración – que no sé yo tampoco – al final, cuesta abajo como van todas las cosas, amanecen y aparecen en nuestros basureros de siempre: los mares.

El agente contaminante es el hombre, el ser humano, las personas. Directamente. Lo otro son los medios de los que nos servimos… El demonizar la agricultura masiva y santificar el turismo igual de masivo es una miopía consentida, disimulada e interesada, de según qué recorrido… Contaminar el Mediterráneo, o los océanos (que también lo hacemos) parece notarse menos gracias a las amplitudes (la mierda se nota más en envase pequeño que en envase grande), por eso hacerlo en un medio reducido, como nuestro Mar Menor, tiene sus graves y muy directas consecuencias, porque igual es directamente proporcional, como nos enseñan los profes de mates antíguos y modernos…

En realidad, reconozcámoslo, no hace falta que haya venido Vox ha pasarse por el rulé esos principios, y abogue por un campo produciendo a degüello y la producción turística a mayor tope aún… Eso ya lo hicimos nosotros antes, y deseamos seguir haciéndolo hoy. De hecho, para eso mismo hemos votado a ese partido, y aquí casi más que en ningún otro lado: para ahora tener a unas siglas a quiénes echarle la culpabilidad mañana de nuestra irresponsabilidad de siempre.

Estaba yo ayer, como decía, juntando los tipos de plomo bajo la batuta del Sr. Salmerón, sin parar en mi conciencia, menos aún en mi consciencia, lo que significaba aquello que estaba componiendo… Yo montaba línea sobre línea, según el modelo plantado ante mis narices. Luego, al final, en la prueba impresa, el Corrector haría su trabajo, desempeñaría su rol, corrrigiendo errores con oficio… Sin embargo, ¿quién corrige lo que hoy levantamos?, ¿quién es el corrector de todo este desaguisado?, ¿ánde andará?.

Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

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