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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

lunes, 19 de febrero de 2024

¿TANTOS Y TAN TONTOS?..

 


Estamos tan bulímicos que ya ni nos damos cuenta. Nos ponemos delante de los noticiarios para doparnos, no para enterarnos. Las cadenas ya ni disimulan a la hora de suministrarnos el bolo alimenticio mental, ¿para qué molestarse?.. No hace mucho tiempo, a los llamados medios de comunicación – sobre todo los teledirigidos – les llegaban los morcones de arriba, y ellos procuraban administrarlos con una cierta dosis de inteligencia, pero hoy ya es que ni se preocupan de prepararnos el obligado pienso para que no parezca lo que cada vez es una mayor manipulación de fondo. Solo hay que fijarse en los transmisores/as: son loros/loras que nos largan en voz alta lo que les ponen en el lectógrafo sin ni siquiera pararse a modular, mucho menos a pensar (sobre todo en las “Voz de su Amo” autonómicas), aunque solo sea para guardar las formas, ¿qué más dá?..

No hace muchos días, en un mismo colador de noticias, la misma cacatúa amaestrada que hace apenas un trimestre nos justificaba la subida de la luz porque en verano enchufábamos mucho los aires acondicionados, ahora, con la misma impavidez, nos intenta convencer de que la subida de la luz se debe a que otoño-invierno tiene menos horas de luz solar, por la cosa de las fotovoltaicas… No llega a los cinco minutos, y la misma robot parlante que este verano nos justificaba la subida de la gasofa por el aumento de consumo debido a los desplazamientos estivales, ahora nos suelta, impertérrita, que es por la guerra israelí sobre Gaza (observen que ya no es por Ucrania).

En el tramo final del mismo cartapacio informativo (yo lo veo cada vez más como des-informativo) nos preparan para una subida de la carne de pollo, tras ya haber conseguido la aceptación de la del aceite, el azúcar y un largo etcétera… Ésta nos la adoban que la culpa es de Bruselas, claro, por sus medidas contra las macrogranjas que nos envenenan el medio y hacinan a los pío-píos. Ya tenemos culpable: Europa y los animalistas que no son muy listos y listas. En este pase de pecho escamotean que, antes de las condiciones animales , que también va, por cierto, en las condiciones del alimento que nos comemos; también viene en la calidad de nuestra propia salud, que, junto al medio ambiente, la estamos haciendo carbonato.

Hace apenas nada, al comienzo de la guerra de Ucrania, nos hartaron a sacarnos macrogranjeros en pantalla, quejándose amargamente de que no podían soportar el incremento de los precios del gasoil, de los piensos y las harinas, del transporte, etc., dada la enorme cantidad de cabezas a las que alimentar… Ahora, la UE es la culpable porque quiere reducirlas a espacios más pequeños y viables. Esto es: si se mantiene una política, se encarece el producto; si no se mantiene, también se encarece; y si todo lo contrario a ambas, igual sube el precio. Cuando yo era zagal, no existía en España una sola macrogranja de nada, y miles de pequeñas explotaciones surtían a carnicerías y al personal de carnes y huevos a unos precios sobradamente razonables. Y todos vivían dignamente de su producción.

Entonces se podía porque se practicaba la verdadera, la auténtica, la genuina “Economía Circular” (no lo que ahora se nos vende por ello)… Pero vinieron los magos trileros de la globalización, y nos convencieron que lo rentable era lo “macro”, y la calidad (¿?), y lo chupiguay. Y que lo otro era miseria y muy señor mío… Y nos lo creímos; y picamos como los buenos besugos que somos; e hicimos cerrar nuestras granjas y lonjas, y nuestras tiendas de barrio; y lanzamos a los productores en manos de los “especuladores unidos jamás serán vencidos”; y en las zarpas de las distribuidoras; y entregamos nuestro propio pan, que producimos y comemos, a las oligarquías financieras y monopolistas que hoy nos tienen cogidos por la ignorancia de nuestra incultura.

Así que ellos, desde su Olimpo, planifican la subida del pavo o la caída del limón, se buscan las excusas pertinentes (tampoco han de escurrirse mucho los sesos) engrasan el aparato politicadministrativo, lo filtran desde el embudo de los medios informativos… ¡et voilá..!: el pavo subirá precisamente por efecto de su propia naturaleza: por no saber volar.

Y nosotros, el resto de todos y cada uno de nosotros, nos dolemos pero lo aceptamos. Y aquí es dónde, precisamente, está el “intríngulis”: en que damos por bueno todo lo que nos cuelan por los periódicos y por los catódicos… “claro, es que, como no vienen volando, que los transportan, y la gasolina está comostá”… Y el circuito se cierra con un plano general de los consumidores y consumidoras con marcado reciente de “pelu” petando las terrazas de la industria nacional única: la hostelería, que es la que no nos falla, gritando a coro y todos y todas a una: “ansí no se pué vivir, joel”…

Si algún/alguna se ve retratado/a en aqueste sainete perete, ruego encarecidamente sepa disculparme de mi ironía, pero tenía que pintar el óleo general en el que estamos todos incluidos y colgados de la pared hispana… Después de esto, que cada cual/a se descuelgue del paisaje y del paisanaje si quiere y puede, que querer es poder. Pero así es como somos tratados, y así mismo lo merecemos porque así lo aceptamos. Decía Aramburu en una de sus estimables columnas que “somos un país de mansos ruidosos”, y no le falta razón… Formamos mucho barullo picoesquinero, pero cuando y donde hay que dar la cara y sacar el morro, nos arrugamos como la tripa de matachín.

¿Y nuestros políticos?.. ¡Hay, nuestros políticos!.. Ellos están hechos a nuestra imagen y semejanza, pues son nuestro propio Génesis. Pero, claro, más espabilaos, pues son “los bien pagaos”; porque viven opíparamente de alimentarnos con nuestras propias mentiras y el mandato de los amos de las “perras”, ya saben… Nos dicen aquello que queremos oír (cada cual a los suyos); nos enfrentan a unos contra otros para que no nos unamos; se ponen de cara a la hora del reparto y de perfil cuando vienen mal dadas; se apuntan a la última chupeta que les engorde la nómina, mientras aumentan los índices de desigualdad y pobreza en la sociedad que administran; y hacen que nosotros asumamos el costo de sus errores como si fueran nuestros…

…Y a lo peor lo son, por no ponerles coto y remedio… “No existen malos políticos, existen malos ciudadanos”. (Voltaire).

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.com – info@escriburgo.com

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