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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

lunes, 25 de noviembre de 2013

M O R A L

La moral, al igual que la justicia, o como la cultura, es otra abstracción. Admito que estoy abriendo caminos arriesgados por sendas ya trilladas, y más que asumidas y admitidas, y que eso puede resultar un tanto peligroso para mentes cerradas y ya arraigadas. Pero las cosas son como se empeñan en ser, y no como nosotros queremos que sean, porque así nos interese. Naturalmente, somos hijos de las costumbres y de las normas establecidas. Y se nos hace cuesta arriba examinar estas historias de forma distinta a la de otros pueblos, o de manera diferente a la de otras sociedades. Pero el cómo entendemos nosotros ciertas nociones es tan solo que fruto de nuestra propia cultura. Solo eso. 

                De la moral victoriana a la de corte hippy, por ejemplo, existe un gran recorrido. Y una enorme distancia. Ninguna de ambas está exenta de su carga de hipocresía, por supuesto, como tampoco ninguna carece de sus correctos motivos, aparte la noción de libertad, que eso es otro concepto de lo más abstracto. Todo es, en definitiva, fruto de una época, una educación, una sociedad, una cultura… Puede haber tanto aspectos positivos como negativos en cada una de ellas, naturalmente, pero nada es absolutamente moral o inmoral en la historia del ser humano.
                Otro ejemplo: En las cercanas sociedades de los inuits, la cultura esquimal ártica, la mejor muestra de hospitalidad ofrecida a un visitante por un hombre es que “ría” con su mujer. A tal efecto, se ofrece a la esposa, y ésta accede de buen grado, para que el forastero retoce y haga el amor con ella. La más grave afrenta que se le puede hacer a un inuit es rehusar tal invitación. Otro: En algunas tribus centrales del Amazonas, la iniciación sexual de los/las jóvenes se deja en manos de tíos, tías, primos o primas mayores y/o parientes más o menos cercanos y responsables. Es tal la importancia que le dan a la sexualidad, afirman, que tal despertar no debe dejarse en manos inexpertas que puedan dañar la correcta formación de los adolescentes. Otro más: En China existen culturas rurales netamente matriarcales, donde las mujeres tutelan propiedades, educación, formación, legislación, gobierno y transmisión de todo el poder social, mientras el hombre es mantenido tan solo que para el trabajo y la reproducción. No existe el matrimonio como tal si no el libre “uso” de la mujer sobre el varón, que no tiene derechos sobre hijos ni propiedad alguna. Aseguran los antropólogos que son comunidades plenas, satisfechas y felices…
                A lo largo y ancho del mundo y del tiempo, durante toda la historia, el ser humano ha conocido tantas morales como usos, costumbres y culturas se han desarrollado sobre el planeta. El decir que una determinada moral es la auténtica, la verdadera, la realmente válida, puede ser tanto pecado de soberbia como de ignorancia. Y ya se sabe que ambos defectos van siempre juntos. Lo que digo es que se deben respetar los códigos morales de la sociedad mientras éstos sirvan a la misma, pero no adorarlos ni imponerlos como algo divino e inamovible, porque no lo son. Son tan solo que herramientas humanas, y muy  humanas… Sistemas éticos. Y se pueden utilizar tanto para liberar como para esclavizar.

                Es posible que ahora me tachen mis ene-amigos de atacar la moral. Sería un craso error. Todos tenemos nuestra moral. Inmoral es quien no respeta ninguna moral, y amoral es quien las respeta todas aun relativizándolas todas. Yo estoy más cerca de lo segundo que de lo primero, pero no me achaquen lo que no puedo ser. El ser humano ha de regirse por unas normas que les haga dignificar a los demás dignificándose a sí mismo. No somos dioses. Hay que defenderlas y usarlas mientras sean útiles, positivas y necesarias. Pero ninguna es mejor ni peor que otra en función de nada. La mayor inmoralidad de todas es imponer nuestra propia moral a los demás. Y el mayor y mejor concepto moral el de no hacer a los otros lo que no quieres que te hagan a ti. Tan sencillo como eso.

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