A ESE AMIGO...
A lo largo del tiempo he publicado siete libros con toda mi temática esturreada en ellos… digo mal: lo correcto sería decir que “me han publicado”, pues yo no he tenido la valía ni el valor suficiente como para publicarlos yo mismo, las cosas como sean. Los primeros de ellos fué bajo un sello que un Patronato Municipal de Cultura tuvo las agallas suficientes de levantar haciendo honor a su apellido y favor a sus autores locales. Eran unos años en que la Cultura se intentaba elevar a su auténtico valor, y que después solo ha quedado en mero justificante de nóminas funcionariales.
Después, vino un tiempo que se revolucionó un sistema editorial anquilosado, y empezaron a surgir las fórmulas de autoedición o microedición, haciendo posible la técnica lo que antes hacía imposible la economía… Y en tales campos me han hecho el favor de publicarme al menos cuatro de esos libros que se me han ido cayendo del almanaque. Naturalmente, al no poder autofinanciarlos, los actos de presentación y firma de ejemplares que me reclaman muchos de mis amigos, más o menos seguidores, lo hacen imposible, salvo que el sistema cultural de los Ayuntamientos cambien sus planteamientos. Yo, al menos, no estoy por la labor del autospot, y a nadie veo con interés de aprovechar tales posibilidades. A mí ya me pilla mayor.
Pero no deja de ser una auténtica lástima que nadie aborde iniciativas de un calado cultural que solo en estos tiempos podrían llevarse a cabo… Está muy claro que es un índice palpable de nuestro nivel en aquello que aún llamamos cultura, pero que hemos rebajado a un vulgar folklore; a una especie de chiringuito donde todo cabe, pero poco es… Un Taller de Escritores, un sistema de autoedición, una cabecera de periódico digital, son proyectos que se van a perder aún habiéndolos tenido en las manos… Pero eso, claro, no vende.
De pena… No hace mucho, un amigo mío de fuera me decía que “en tu pueblo, Miguel, los merecimientos no se reconocen, y hacen reconocimiento de lo que no se merece”… Yo le contestaba que eso pasa en todas partes, que todo es política, pero sin dejar de reconocer lo de las calderás de las habas que dice el refrán, ya saben. Y ya que viene a cuento, también les amplío que en un mundo y en una sociedad como la que estamos formando, ¿o debería decir deformando?, lo de los merecimientos y reconocimientos funcionan según una nueva tabla de valores que poco o nada tiene ya que ver con la anterior, y lo mejor es cada cual que actúe según su conciencia, sin esperar nada de ninguna otra nada. La politización y polarización con que hoy se actúa invalida otras consideraciones cualesquiera.
Y a ese amigo mío le digo… o le traslado la frase de nuestra gran pensadora y filósofa contemporánea, Adela Cortina: “La sociedad emancipada es la que está libre de ideologías. Y para eso debe dotarse de una ética”… Esta máxima que le transcribo a él, y ya de paso comparto con todos los que me leen, puede parecer excesiva, pero no lo es, y entraña una gran, enorme, verdad; y es la de que las ideologías han sido vaciadas de contenido, y se utilizan de manera espuria como falsas etiquetas para hacer una guerra en su nombre desprovista de toda ética.
Siguiendo el pensamiento de Adela Cortina, los principios básicos deberían ser la no maleficencia (el no dañarás); el de beneficencia (harás el bien); el de autonomía y el de justicia… Bien, vale, pues dicho esto, díganme qué ideología representada en nuestra política actualmente defiende tales valores. De hecho, ni uno solo de ellos está presente en ningún partido político. Todo lo contrario: la maleficencia es un deporte a lo que se obligan con toda tenacidad contra sus contrarios; el bien que hacen es para ellos y su partido, no para el general de la sociedad; la autonomía de sus miembros está prohibida, han de ser esclavos del partido si quieren medrar en el partido; y en el sentido de justicia, ni está ni se le espera en ninguno de ellos.
Y este estado general de las cosas, amigo mío, se traslada, en mayor o menor grado, a toda sociedad, municipio o localidad, y toda está afectado por la misma espada de carcoma. Las medidas se dictan en “petit comité”, como siempre se ha hecho, y las luchas intestinas e intereses que guardar dictan el resultado… Tú me has hecho una lista de décadas de servicio de mi propia persona que ni yo mismo recordaba en su totalidad… Bueno, ¿y qué?.. ¿acaso a ti no te ha ocurrido un poco de lo mismo?.. Conozco personas que se jugaron la libertad y la seguridad de sus propios hijos, y literalmente la vida, por la cultura y el conocimiento en esta región, y no son mínimamente reconocidas ni siquiera ; ¿y por qué?, porque el que piensa por libre nadie lo quiere porque no lo puede “tener” para sí.
Así que, recomenzando por el principio, olvídate de tus sueños, o no, si tienes el bolsillo dispuesto para pagártelos. Tengo otro amigo que se paga sus propias satisfacciones, a pesar de ser vetado y ninguneado por la sociedad que más le debe. Hace bien si puede y quiere, pero no deja de ser un sucedáneo de lo auténtico y de lo que “debiera ser”… Llevamos medio siglo de democracia, pero en nuestro país al menos, se ha vuelto a evaluar más el “quién o qué eres”, al “qué has hecho”, y es porque aún existen – quizá hoy más que nunca – poderosas valoraciones que influyen en esa más o menos condicionada democracia.
Y por último, querido amigo, piensa que no es lo que tú o yo queramos creer, sino lo que el resto de los demás creen creer y querer. Nuestras apreciaciones se quedan en nosotros, y quizá, con suerte, en unos pocos más.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com
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