MORAL Y CONCIENCIA
Se confunde el significado de Conciencia con el de Moral, cuando nada tiene que ver la una con la otra… Cuando hablamos de tener conciencia, solemos achacarlo a un sentido ético de las cosas. Y no es eso. “Tener conciencia” es ser consciente de cuánto nos rodea; estar conscientes es ejercer la consciencia, y no otra cosa. Luego, después, está la “supraconsciencia”, pero de ella hablaremos más adelante, si ustedes me lo permiten y no dejan de leerme, claro. Por ilustrar un poco el concepto, mejor con un ejemplo: imagínenla como una linterna. Si la encendemos, nos daremos cuenta, observaremos y analizaremos, seremos conscientes en definitiva, de todo hasta donde alcance su haz de luz; pero si la tenemos apagada, como durmiendo, o anestesiados, o si la perdemos por alguna causa traumática, entonces seremos inconscientes de cuánto ocurra alrededor… Nada que ver, pues, con la ética o la moral, que es cuando decimos que fulanito o menganito no tiene conciencia.
El campo donde opera la tal conciencia, o consciencia (según la medida) es la mente. Un área inmaterial del alma que sostiene el cuerpo, y de la que sabemos tan poco como mucho sabe ella de nosotros…Y digo esto porque, en el estado medio evolutivo actual – siendo generosos – la mente nos domina más que nosotros a ella. La conciencia no es otra cosa que la herramienta que utiliza esa mente para condicionarnos (digamos conducirnos) a través de las sensaciones; sensaciones que producen sentimientos, sentimientos que producen pensamientos… y ahora sí: pensamientos que nos producen un determinado sentido moral de las cosas. Por lo que podríamos decir que la conciencia es la tatarabuela de la moral, pero no es la moral, no es la ética ni la estética del comportamiento humano.
La moral, hija de la ética y nieta de la estética, no deja de ser un concepto intelectual de síntesis de todo ello… Una especie de consecuencia a la que se llega según determinados parámetros culturales que la forman, condicionan, e incluso llegado el caso, puede que hasta la deforman. Es lo que, en tal caso, llamamos “Escala de Valores”, que mudamos y/o cambiamos de orden según tales intereses culturales de cada momento. Este circuito que me he permitido describirles es tan solo que un humilde intento por mi parte de situarles en posición de salida (mejor como punto de observación) de un espacio infinitamente más inconmensurable al que está conectada esa consciencia, que es la conciencia más atenta:
En cuanto a la “supraconsciencia”… Según los más acercados y acertados investigadores, mientras en la consciencia tiene mucho que ver el cerebro, en un “estado alterado de conciencia”, que así lo llaman también, nuestra parte más física deja de ser determinante. Mientras la consciencia necesita una parte neuronal de soporte, la supraconsciencia transciende a un vasto espacio donde aparentan fluir todas las consciencias de la humanidad. Quizá no es otra cosa que lo que Jüng llamaba el “subconsciente colectivo de la humanidad”, y entonces, el destino evolutivo del ser humano, sería, aunque parezca una especie de contrasentido, el ser consciente personal e individualmente de ese mismo consciente colectivo… Yo me lo imagino como un gran océano al que desembocan innumerables ríos. De esa forma somos partes de un todo, a la vez que ese todo forma parte de nosotros, en el que la supraconsciencia participa y alimenta nuestras consciencias.
Existe una frase super-conocida, que es de René Descartes, y que, quizá por ser famosa, no es bien comprendida: “pienso, luego existo”… Normalmente aquí también confundimos existir con vivir, y entonces entendemos la máxima como que pensamos porque estamos vivos. Y no es así. Las plantas, quizá también los minerales, y los animales, cada nivel a su nivel, no piensan como nosotros, y sin embargo están vivos. Lo que dice el filósofo francés es EXISTIR, no dice VIVIR. La vida también forma parte (y desemboca en) la existencia, pero no es la existencia. Por eso que la facultad de pensar está conectada a la consciencia, esto es: saber que se piensa, y, por ende, tener conciencia de la consciencia.
Creo que me he dejado una tesela suelta en el relato de este puzzle… Y es la diferencia entre conciencia y consciencia, precisamente, y no es otra que lo que acabo de señalar anteriormente: en nuestro día a día solemos tener conciencia en piloto automático; pero tener consciencia es ser conscientes de esa misma conciencia, esto es: transcender esa tal conciencia; al igual que la supraconsciencia sería transcender la propia consciencia.
Decía Teilhard de Chardín que “el hombre piensa que piensa”, y eso es porque no sale de su circuito de conciencia… Nos quedamos ahí, en las primeras impresiones de lo que captan nuestros sentidos, y nos formamos opiniones deficitarias, y lo que es peor, primarias… Es lo que actualmente se está dando con las face news, los bulos y las declaraciones demagógicas de los políticos: que crean una opinión falsa, al sacudir reacciones primarias en la gente; y eso se debe, precisamente, a eso mismo: en que esa gente aún no es consciente del análisis “en consecuencia”, que es lo que quiere decir “en conciencia”… Esto es: cree que piensa, cuando en realidad es pensada, otros piensan por ellos. De aquí la enorme importancia de que sepamos transcendernos a nosotros mismos conciencialmente ante los peligros con que la política demagoga (que hoy lo es toda) amenaza nuestras vidas.
Solo me queda ya el darles un último consejo al respecto, si es que ustedes me lo permiten, naturalmente… Además el consejo no es mío, que es de Albert Einstein, pero como viene a cuento por aquello de la conciencia y cuanto hemos tratado, pues que a lo mejor nos puede venir bien a todos y cada uno de nosotros: “Preocúpate por la conciencia más que por la reputación. Tu conciencia es lo que eres tú. Pero tu reputación es lo que otros piensan de ti. Y lo que piensen de ti, en realidad no es tu problema”…
Con esta frase del gran sabio debería terminar y cerrar este artículo de hoy. Lo que ocurre es que, de cuando en cuando, alguno/a de mis ocasionales seguidores(as), me regala con su espontánea sinceridad de “a veces sueltas unos rolletes que no sé a quiénes les puede importar”…y soy consciente que éste de hoy puede resultar un poco, o un mucho, rollazo, a esos muchos o pocos. Vale. Mi propósito – mi misión, si quieren – es transmitir a todos lo que puedo – y debo – compartir, que no es otra cosa que lo que voy “recordando”… La sinceridad y generosidad de ustedes, irá haciendo el resto… Muchas gracias.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
Comentarios
Publicar un comentario