DECÍAMOS AYER QUE...

 

Mis lectores, que no mis mentores… ¿o acaso sí que lo son?, me vuelven a insistir otra vez (y van ya…) que vuelva yo también a insistirles sobre lo ya tantas veces comentado sobre el relato del Génesis sobre un Pecado Original que ya es el menos original de los pecados, y todo aquello. Me dicen que lo prometí en uno anterior titulado CUENTAHISTORIAS. Puede ser. Me gusta complacer a los que suelen seguirme, de verdad que sí, pero también se me hace cuesta arriba repetirme como el ajo, salvo, claro, que tenga algo nuevo por añadir, alguna nueva salsa donde sopar, algo novedoso con que aliñar, no sé… o una nueva manera de contarlo. De otra forma. Como una especie de cuento dentro de otro cuento, como las matriotskas rusas. Pues dispónganse a afinar su imaginación:

Tras trabajarse a la especie animal de los Adn´s más espabilada del laboratorio natural Edén (léase, please, trajinarse a los Adanes de los Edenes, que viene a ser lo mismo), Dios – los dioses – se tomaron un descanso sabático para ver cómo respondía aquella probatura de injerto espiritual en la materia animal… La observación y seguimiento de los resultados incluía, como no podía ser de otra manera, el someter a esas hechuras adánicas a tests periódicos de inteligencia y capacidad intelectual. La cosa marchaba según lo previsto, si bien la instrucción, el protocolo, recogía la prueba de la contradicción (aparente) a ver cómo reaccionaban a la tesitura, esto es: les imponemos unas cuantas reglas, que, una vez asimiladas, las contradecimos en su naturaleza, ofreciéndoles, a cambio, el automanejo de tales normas, y a ver qué pasa…

Así que, una vez captada la atención de su capacidad comprensiva, se les soltó más o menos esto: “ya estáis por encima del nivel de razonamiento de vuestros hermanos animales, de dónde fuisteis cogidos y escogidos… de vosotros depende si queréis seguir adquiriendo un nivel superior de conocimiento: el del Bien y del Mal. Os equipararíais a “Nos”, que os hemos creado, pero la cosa tiene sus pelendengues”… Y pensaron que estaría guay ser como sus Dioses; y les contestaron que “sí, claro, que naturalmente, que ¿por dónde empezamos?”…

Previo a este seminario, los instructores debieron leerle, con el programa específico, también la cartilla, a saber: Dios es justicia, sobre todo; pero para ser justo se ha de ser sabio; para tener sabiduría se ha de adquirir conocimiento; para adquirir conocimiento se ha de tener experiencia; y la experiencia sin conciencia es una trampa saducea que os puede joder bien jodidos… ¿Y cómo se puede tomar conciencia de la experiencia?.. pues con práctica, mucha práctica, y aprendiendo a través de la herramienta-ley de Causa y Efecto, que es cojonuda para esto… Ya no “os creceremos” nosotros, así que creced y multiplicaos por vosotros mismos… ¿Ah!, y otra cosa, monadas: como habéis sido creados colectivamente, habréis de realizar el trabajo tanto a nivel personal como colectivo. A ver cómo os las apañáis.

Naturalmente, desde esta óptica se cae lo del Pecado Original, y si a las religiones les quitas el concepto de pecado/culpa, las dejas sin el arma que éstas utilizan para “salvar” al personal, y corren el riesgo de quedarse sin clientela… Este es un punto delicado que las iglesias derivadas de esas religiones intentan justificar introduciendo el concepto del mal en sus filosofías. Pero como para eso necesitan un agente activo, porque, según ellas, nosotros somos agentes pasivos, pues nada, se saca a escena al Demonio, y solucionado el problema… Esto también lo he tocado muchas veces como para que me extienda más en ello, así que dejémoslo estar, si así les parece.

Sin embargo, también juegan con un concepto verdadero, si bien que manipulado según su interés y para justificar su propia existencia: el de la Redención… Sea por error/pecado, que es lo que sus exégetas alegan, o sea por haber asumido una responsabilidad que nos viene un tanto grande (no hay otra equivocación) necesitamos de una Ayudica, de un empujoncillo, de una redención que nos saque del atascadero en que nos hemos metido tontuciamente. Tal es el papel de Cristo y de los avatares que le precedieron: decirnos lo que habíamos olvidado. Vale. Bueno. De acuerdo. Hasta aquí paece que vamos bien…

Lo que un servidor piensa – y me disculpen ustedes por atreverme a pensar – es que la Iglesia se ha apropiado en comandita con Jesús, pero sin su consentimiento, de esta Redención que solo corresponde a Él en exclusiva, y sin más intermediarios que nosotros mismos, que somos los afectados… La diferencia estriba en que si es cierto que al principio se nos preguntó “¿queréis ser como Dios?”, dándole la vuelta al sentido de la cosa, es el caso que, en verdad, ya fuimos Dios en Él, pero aún no lo sabemos, porque hemos olvidado, y existe interés en que no lo recordemos, lo que es Dios en nosotros.

Y esa es toda la cuestión. Lo que nosotros arrastrábamos de nuestro génesis de un Dios creador y patrón severo, y por lo tanto también juez y penalizador, viene JesuCristo a redimirnos de nuestra concepción errada y herrada, y a mostrarnos un Dios-Padre, amigo y socio, bondadoso y colaborador en nuestra “salvación”, esto es: en nuestro rescate… y encima, además, “no lo busquéis en ningún templo, sino dentro de vosotros mismos”, con lo que nos facilita la pista real y definitiva de por dónde andan muy aproximadamente los tiros, y los tirios, y los cirios.

Esto es: sí, cierto, tomemos a Cristo como Redentor, pero como redentor nuestro a través y por obra de nosotros mismos, y no, en modo alguno, a largarle la responsabilidad de nuestras acciones… Nosotros fuimos la Causa y nosotros somos el Efecto; y producimos los efectos de nuestras propias causas, y así seguiremos mientras el mundo siga siendo este jodido y puñetero mundo. Nosotros somos nuestros propios castigadores por obrar con el pensamiento torcido… y torcaz. Tan solo tenemos que corregirlo en el sentido adecuado, que no es otro que el que nos propusimos cuando se nos dio la oportunidad de conducir nuestro propio vehículo… La manzana del Árbol del Bien y del Mal, mejor masticada que tragada. Ya saben.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ  /  info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

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