LO QUE NO QUEREMOS SABER

 

Hay un Jesús Hijo del Hombre, como se conocía él mismo, y del que los exégetas del catolicismo hablan poco y reconocen aún menos… Hay un Jesucristo, que se reconoce como también Hijo de Dios, en que asume una misión y propósito intuida por muy pocos, pero de la que se han adueñado unos muchos… Como también hay un Cristo, universal y cósmico, que sobrepasa todos los niveles a los que una religión, cualquier religión, quiera constreñirlo a base de hormas, normas y dogmas.

Lo que los catequizados podemos saber del Maestro nos viene dado en un pack relleno de nacimiento virginal, sangre real, milagros y prodigios, y una resurrección que lo quiere abarcar y explicar todo. Es lo que se nos ha dado para consumo de pesebre… Los que hemos saltado el redil y hemos buscado por nuestra cuenta, y con la estimable ayuda de la providencia (“buscad y hallaréis”), quizá hayamos podido ensanchar un tanto aquello que celosamente se ha ocultado… Como existen mentes abiertas y preclaras, como Teilhard de Chardín – entre otros ejemplos varios y variados, pero para no salirnos del sacerdocio – en que la figura crística no la entenderían la inmensa mayoría de los asimilados como creyentes y/o practicantes que dicen llenar el órbe católico.

No esperen que un servidor pueda levantar el velo e ilustrarles a ustedes de lo que yo mismo me considero un estudiante principiante. No soy nada ni nadie. Pero soy mucho más que los que se creen que, por saberse el Evangelio catequizados y de carrerilla, ya son los imanes del catolicismo. Puede que así sean si así lo creen, pero no lo son del cristianismo. En modo alguno. La Iglesia se ha limitado a reclutar alrededor de unos textos condicionados y acondicionados (por no decir manipulados) a un “corpus liberandi” tras el que se esconde una curia palaciega de la que el propio Jesús, el Cristo, hubiera abominado de ella.

En uno de los pasajes más escondido de ese Evangelio, dice a sus discípulos: “tengo todavía muchas cosas que deciros, pero ahora no podéis entenderlas. Cuando venga el Espíritu de Verdad, os conducirá hasta la verdad entera” (Juan,21.12-13)… Es uno de los Jesús más misteriosos que se suelen despachar desde la exégesis con un par de capotazos y un pase de pecho. Pero está diciendo que el Mensaje es incompleto porque las entendederas de sus escuchantes son limitadas; que habrá de venir el “Espíritu de Verdad”… ¿acaso había allí espíritu de mentirijillas?.. Salvo, claro, de un simple detalle de transcripción: que quisiera decir “el Espíritu de LA Verdad”, lo que le concede una dimensión más amplia al contenido.

Están cuasi meridianamente claras un par de cosas al menos: o que Él no se consideraba en ese momento ascendido al tal Espíritu de Verdad, o que reconociera el antiguo aforismo “hasta que el discipulado no está preparado y en condiciones no aparece el Maestro”… En este caso concreto pueden ser dos cosas: o que, ¿para qué molestarse si no lo van a entender?, o cuando el Espíritu de la Verdad “me” asuma, ya les diré yo lo que vale un peine. Quizá ambas cosas a la vez… Lo que sí deja meridianamente claro es que la asunción del conocimiento era más precaria que real; y que el grueso de la “información”, ni sabemos si llegó a completarse, ni cuándo, si es que se llevó a cabo (Jesús asumió la misión y el objetivo del Cristo tras vencer a/en su “desierto” personal, y convertirse en Hijo de Dios).

En Mateo, 18-7, se vierte una afirmación inquietante: “Es necesario que haya escándalos”… En román paladino se podría decir: sin que la gente se escandalice no se abre paso la verdad. Él mismo escandalizó a los grandes sacerdotes de la iglesia entonces imperante. Era el gran escandalizador. Su Mensaje no era ni cómodo ni acomodaticio para nadie, ni siquiera para los pepecalles de la época: “si quieres seguirme, niégate a ti mismo”, y añadía “primero entierra a tus muertos (tus creencias, costumbres, ritos y tradiciones) y luego ven y sígueme”.

Han pasado más de dos mil años, y seguimos atados de esas cuatro patas… eso sí, le hemos pegado su etiqueta para que así cuele mejor. Pero es la misma cosa y el mismo caso. Y los que dieron la picota al sublime galileo asumieron los restos para amenizarnos los restos. Y yo creo, no sé, que aquellas cuatro cosicas que quedaban por decir en la cara por parte del tal Espíritu de la Verdad, aún están por ser bien recibidas, pues tenemos el librepensamiento esclavo y ocupado – bien okupado, por cierto – pues vivimos un cristianismo infantil y tutelado, rústico y raquítico, no desarrollado, pero muy bien instalado, por cierto.

Y mantenemos ese cristianismo de pacotilla alrededor de un Cristo procesional y procesionado, sujeto a un trono de oropeles, para ser paseado por cofrades de vestuario fino y mente rancia… ¡y pobre del que se salga del aprisco!.. Necesitamos más tiempo para comprender lo que no queremos entender todavía: un Cristo de Redención cosmológica que supera todas nuestras escuálidas y ridículas expectativas; una cristología universal que ensancha los escasos y escuetos, y ruines, límites de nuestro pensamiento hecho al redil. Una redención omniabarcante donde el Todo debe ser re-integrado al Uno…

Tan solo somos ínfimas, a la vez que infinitas, partículas de Dios… pero no voy a dar una pista más que ésta… ¿para qué si no podríamos digerirla?.. Así que cada cual se apañe con lo que sepa, y si está mal sabido, que busque, que Él prometió que encontrará… Todo es cuestión de cómo y de dónde saber buscar.

Hay un tiempo para todo. Incluso hay un tiempo para que todos los tiempos se junten en un solo tiempo. Y entonces, el tiempo desaparecerá.” (Fulcanelli).

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

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