ITE MISA EST

Nunca se me había ocurrido escribir sobre la Misa – o el genérico de misas – pero no hace mucho tiempo, una buena y muy querida amiga, que coincidimos en una, me hizo recapacitar sobre un ligero comentario mío sobre tal particular, y, tras un breve cambio de impresiones, luego, después, me di cuenta que, meditando un poquico sobre el busilis of the question, bien podía dar para un articulillo de estos… Pues es objeto de rito, de costumbre, de tradición, puede que de obligación y hasta de compromiso, o porque hay que estar cuando hay que estar; si bien no se puede al mismo tiempo y a la vez estar en ella y repicando, como bien dice el refranero castellano en su devenir primero, compañero… Aparte de que París bien vale una Misa en un momento dado y calculado.
Lo cierto y verdad es que la Misa es uno de los quehaceres (por llamarlo de alguna forma) más usuales y repetitivos de los católicos – no sé si de los cristianos – y es casi que el signo por antonomasia de los creyentes, o mejor dicho, de los practicantes. De hecho, el sacerdocio tiene establecido por officium (obligación) decir como mínimo una Misa al día, aunque solo asista a la misma el cura y el monaguillo… En los lugares donde el culto religioso está prohibido y perseguido, los pobres misioneros las pasan canutas para ejercer ese su mínimo ministerio, aunque éste sea un misterio…
Sin embargo, la Misa es todo un ritual ejercido alrededor de un Sacramento… Sacra Mentum, en latín es “palabra sagrada”, y en la antigua Roma tal término se usaba como juramento castrense en la “Mílites” – ejército – una especie de lo que nosotros conocemos como Jura de Bandera. Pero éste sacra-mentum en particular, el de la Eucaristía, su significado es el de “acción de gracias”, y es el eje social donde rota la manifestación más importante – tras la conocida por Resurrección – del catolicismo derivado del cristianismo. Y todo su ritual va dirigido a ser desarrollado en comunidad.
No puedo delimitar su concepto en menos palabras, y como dispongo de un espacio acotado, confío en que sea suficiente explicación para ser entendido… Otra cosa distinta y distante es lo que la Iglesia llama “transubstanciación”, que es acto magicial por el que se convierte la oblea y el vino en cuerpo y sangre del mismísimo Jesús, el Cristo, y donde no me voy a meter en éste, ya que me he metido anterior y suficientemente (busquen Teofagia en mi Blog, por ejemplo) para examinar el origen e interesada interpretación que se asignó a los hechos que la ocasionaron… Permítanme entonces, si les parece, andar otros derroteros distintos, pero que también vienen a cuento, aunque a algunos les parezca menos interesante que el primero.
Cualquier motivo o intención al que se aplique el rito de la Misa (que bien examinado casi nada tiene que ver con la naturaleza “per sé” del sacramento), encaja sin problema alguno: sean plegarias de petición, de rogativa, de gracias, de difuntos o de intención; o dedicada al colectivo del que sea santo patrón o santa patrona, o de las fiestas de cualquier pueblo… Para eso están insertas en el ritual las llamadas Homilías: para hacer de la misa – y lo digo con todos mis respetos – una especie de navaja suiza para cien usos… Pero es algo más que eso.
Toda religión e Iglesia sabe lo que luego no divulga al pueblo: y es que, entre otros muchos ejemplos, todo ritual es un generador natural de energía encaminada, o enfocada, o dirigida, a un determinado fin u objetivo concreto… El Dr. Sanz Segarra lo dice muy claro: “los seres humanos somos colapsadores de energías”. Todo se basa en la intención, que la religión llama Fe. Todo acto ritual en comunidad es una fuente de energía que, si el demiurgo es hábil, supone una fuerza sensible encauzada a un determinado propósito. La unanimidad, o no, del colectivo, es la que determina la diferencia en sus resultados.
En medicina, a ese fenómeno se le denomina “Efecto Placebo”… Y no es otra cosa que la fuerza y/o creencia desarrollada por el individuo que cree ciegamente en el efecto salutífero o paliativo que un producto determinado obra sobre su organismo… Es exactamente la misma energía enfocada a un objetivo, la que se produce en cualquier ritual. Los chamanes son muy conocedores de ello. Y la Iglesia, también, aunque lo oculte e incluso diga no reconocerlo. No estoy hablando de otra cosa que de la esencia de los milagros. Y las iglesias y religiones son expertos conocedores de la potencia que engendra dicha esencia.
Como decía un clérigo amigo mío: “el cura te carga de pecados, y el cura te los descarga”. Círculo completo, negocio redondo, todo queda en casa y por la cocina pasa… Todo, absolutamente todo es “cocinado” por nosotros mismos a través de nosotros mismos y con las herramientas de nuestras propias creencias. Así que el potencial reside en todos y cada uno de nosotros, y el resultado es el que se guisa en nuestros fogones… Ellos son los que ponen la diana, y nos dicen a dónde apuntar nuestros arcos, pero los dardos los ponemos nosotros y los sacamos de nuestro carcaj; hasta la fuerza de nuestros brazos es nuestra y no de ellos.
Así que mejor trabajémonos nosotros a nosotros mismos empezando por nosotros mismos: “No importa quién eras hace diez años / o hace un solo año / o ni siquiera ayer mismo / y aún más: lo que serás mañana”… Es un antiguo aforismo tibetano que nunca se vuelve viejo, porque es tan actual como el propio ser humano. En todos y cada uno de nosotros está el poder de la Misa que se diga… y que se sepa oír.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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