LO INTENTARÉ...

 

El de semanas pasadas, “Ïtem Más”, escandalizó a algunas conciencias sensibles, y abrió el apetito a otras conciencias sedientas… Respecto a las primeras, nada puedo hacer, más que aconsejarles que no me lean, y crean que lo siento; y en cuanto a las segundas, sí que puedo intentar apagar su sed, hasta donde me sea posible, naturalmente… Comprendo que el mentar a un Dios andrógino escandaliza de principio, pero solo en las mentes de conducto torcido. Piensen que en el comienzo energético de todo – digamos Logos – la polaridad era básica, y los principios masculino y femenino, una vez materializada dicha energía, fue igual de básica tanto en la esencia de la masa como en la potencia de la forma. Es pura ciencia. Lo de, al final, convertirse en sexuado iba en la nómina.

Pero examinémoslo desde las tales sagradas escrituras: “Entonces Jehová Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán, y, mientras éste dormía, tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar. De la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo a una mujer y la trajo al hombre” (Génesis, 2,21-22)… Si actualizamos el texto, hoy leeríamos que el dios Jehová – digamos doctor, cirujano o genestista – anestesió a Adán, tomó de un costado una parte, cosiendo luego el lugar de donde la había tomado, de cuya “muestra” tomada de Adn (Adán) separó los sexos y formó una mujer para el hombre.

La cuestión está – me dirán los puristas – en ese algo, o parte, que yo cambio por la costilla original. Bueno, vale, de acuerdo… la definición original es “costado”, osea: lado. Esto es: “tomó de uno de sus lados” (en francés. “côte” significa costilla, lado, costado), ya que en la androgenia primitiva los sexos estaban juntos, uno al lado del otro… Es lógico pensar que separó las dos polaridades que andaban juntas. Miren ustedes que el hombre conserva en su físico restos de propiedades femeninas, al igual que la mujer, masculinas. De aquella manera “el Hombre no estuvo solo” y tuvo su pareja fuera de él mismo. O al revés, para que el relato no sea machista… Lo demás ya es pura reproducción de la especie, “fructificad y multiplicaos”, les fué dicho, para poner en marcha el mecanismo de la Evolución de las Especies… Tampoco, digo yo, es tan difícil de entenderlo. Otra cosa, claro, es querer intentar entenderlo.

Miren ustedes, me estoy metiendo entre ceja y ceja un tocho de más de seiscientas páginas, de título “Nosotros que luchamos con Dios”, de un super-ilustrado Jordan B. Peterson, desde una perspectiva psicológica espesa y un análisis endiabladamente complicado, que, desde luego, no recomiendo ni a mi peor enemigo… Si lo cito aquí, es porque yo soy un tanto masoquista, y, cuando empiezo a leer un libro, prefiero acabar yo con él antes de que él acabe conmigo. Y un servidor, si me lo permiten, procura traducir el conocimiento hasta lo más elemental posible, antes de proceder a divulgarlo sin que se me entienda un paparajote. Prefiero estar equivocado a estar liado, ya saben… un error es más fácil de detectar entre lo sencillo que en lo complicado, siempre ha sido así. Por lo tanto, permítanme seguir traduciéndoles.

Existe otro retal que queda por comentar. Y es ese “a imagen de Dios lo creó”… Ahí existen un par de puntos en los que reflexionar, al menos: ¿Quién lo creó a imagen de Dios?.. respuesta: Dios mismo. Sin embargo, Génesis insiste en el aparente error de tal cacofonía, esto es: Dios los creó, a imagen de Dios los creó. Sin embargo, si en el primer Dios ponemos el consabido Jehová (que se presenta a sí mismo como Jehová-Dios), todo queda mucho más claro, pues Jehová los creó a imagen de Dios, que, en definitiva, es también su propia imagen sin ser Dios mismo en puridad… Pero dejemos la genética a un lado, y más cuando se refiere al Hombre material.

El segundo punto al que me refiero es al de la “imagen”, precisamente… Sabido es lo que significa Imagen: es un reflejo de un original auténtico. Pero todo reflejo, físicamente hablando, es todo lo opuesto y contrario a lo original (la imagen que refleja el espejo es el mejor ejemplo), lo que querría decir que el ser humano, al ser reflejo de Dios, es su imagen contraria. Esto es: el du-plicado, el di-ablo… blanco y en botella. Dios = al bien, luego, el mal, apliquen la regla de tres (si bien debe entenderse como un mal virtual: no se puede entender el bien si no se compara con el mal)… Naturalmente, habría una explicación escatológica fina, en lo que no les voy a meter a ustedes, pero todo lo que existe (creación) está basada en la ley de los opuestos.

Además, hay otra observación que tampoco quisiera dejar pasar, y es que de la palabra IMAGEN también derivan las de Imaginación, Imaginario, etc… lo que le otorga una nueva dimensión al concepto… Por ejemplo: ¿nuestra existencia real reside en la imaginación de Dios?; ¿somos imaginados por nuestro Creador?, ¿meras elucubraciones de una muy superior entidad?.. Aquí lo dejo para que se entretengan ustedes. Y digo un poquico más para que le den un par de vueltas: no existe mejor imagen de Mí que lo imaginado por Mí, puesto que todo autor está en su propia obra.

Como verán, tan solo les brindo preguntas, no respuestas; y si se me escapa alguna serían tan solo que posibles, esto es, les expongo posibilidades de reflexión a las también posibles incógnitas que se planteen… Lo único cierto es que un relato expuesto por hombres, por muy iluminados por Dios que puedan estar al escribirlo, ha de ser interpretado desde su época y a la luz de los conocimientos actuales. Y con lógica, la razón y el sentido común que podamos echar al guisado… De hecho, no se trata de la creencia literal, a pies juntillas, sino de la que nos acerque el máximo, en lo posible, claro, al mayor conocimiento de las causas… Un día me dijo una persona al respecto que “el que no crea tal cual se dice en la Biblia, está condenado por Dios de antemano”… Así pues, permítanme vuesas mercedes la última voluntad de un condenado de antemano, yo mismo: pensar no es una condena, sino una bendición, así que, si yo no me condeno, tampoco me condenen ustedes, anden, porfa…

        Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

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