EL RETO

 

Siempre me ha sentido interpelado por las afirmaciones que transcienden la realidad y el tiempo (considero que el tiempo es una realidad muy irreal, y, por eso mismo, no menos verdad)… No me malinterpreten, no es ninguna incongruencia como su no-existencia, pues por eso mismo es relativo: porque nada puede ser lo uno y su contrario a la vez; y, entonces, no es nada concreto en sí mismo.

Pero existen afirmaciones, concretas por sí mismas, que desafían al tiempo, y las hacen dignas de los personajes que lo proclaman… “El Reino de Dios está dentro de ti” (Jesucristo); “Conócete a ti mismo” (Pitágoras); “¿Acaso no sabéis que sois dioses?” (Hermes Trimegisto), en que todas apuntan hacia nuestra propia transcendencia dentro de nuestra aparente insignificancia… Desde tiempos inmemoriales, toda sabiduría oculta, de todas las culturas, han incidido en la transcendentalidad que encierra en sí mismo el ser humano. Tanto en especie como en individuo. Y esto es una constante en nuestra historia evolutiva.

Sin embargo, nos parece una afirmación tan esquiva que no terminamos de verlo y aceptarlo. Y si no lo vemos es porque no lo creemos… Lo de la “fe” es un constructo inventado por las religiones para hacernos creer tan solo aquello que a ellas les conviene… Yo intuyo que es otra cosa, sin saber exactamente lo que es tampoco, si he de serles sincero. Y eso debe ser, quizá, porque, desde que nos inauguraron acá, al hombre se nos inyectó una idea intelectual de Dios que no se corresponde completamente a lo “se nos vende” en nuestros corrales religiosos – cada cual el suyo, claro – de más o menos interesadas creencias… o “credencias”.

Fíjense, por ese mismo ejemplo, que no tenemos un Credo universal, sino muchos credos parciales; proclamamos cada grupo de cuáles que el suyo es el verdadero, cuando todos sabemos (o deberíamos saberlo) que en la división no existe la verdadera verdad. Lo que pasa, y eso lo conocen todas las religiones, que si lo admiten perderían toda su hegemonía de grupo, y eso no les interesa en modo alguno. A ninguna. A través nuestra tienen y ejercen su propia parcela de poder. Todas y cada una de ellas. Y lo saben… y, porque así lo saben, así mismo lo aplican.

Si Dios está en el interior de cada uno, como afirma Jesucristo, no necesita templos, ni ritos, ni curia alguna; si hemos de conocernos a nosotros mismos, como decía Pitágoras, no necesitamos saber nada de fuera, pues no sería dado por nuestro conocimiento interior; si hemos perdido la sabiduría de ser dioses en nosotros mismos, como decía Hermes, no lo encontraremos en dioses ni templos inventados ajenos a nosotros mismos… Lo cierto y verdad es que lo que nos han malenseñado, o hemos malaprendido, no se ajusta al concepto único y universal de esas transcendentales afirmaciones. Y es desde tal punto del que hemos de partir en nuestra búsqueda. Hora es de comenzar a abandonar los pálidos reflejos para caminar de cara hacia la verdadera luz, por disparatada que nos parezca.

Y ese es el reto, el enorme reto, que, como personas, hemos de afrontar todos y cada uno de los que somos… ¿Cómo es posible que siendo lo que tan adelantados seres dicen que somos, hagamos lo que hacemos, y nos comportemos como nos comportamos?.. Porque, si somos dioses, somos unos dioses muy peculiares y raritos. Nos comportamos entre nosotros y con nosotros mismos con la mayor crueldad y maldad (tal que aquél Jehová), y nos entregamos en manos de los peores seres que ha parido la tal humanidad. Hemos convertido en nuestros líderes a gente sin escrúpulos, a los que dejamos que nos gobiernen, y a los que apoyamos casi que fervorosamente.

Puede que encerremos en nosotros mismos la cualidad de ser dioses, pero no la calidad de serlo… Si somos algo, es la imperfección de Dios, y puede que con esta afirmación esté blasfemando. Correré ese riesgo. Y lo asumiré porque pienso que podemos ser demonios a la vez que dioses, dado que el propio diablo (nosotros) igual es creación del propio Dios. Si lo piensan bien, es la dualidad con que se creó todo lo que existe, inluidos nosotros en el lote. Lo Uno en el Todo, pero también lo Uno y su Contrario.

Si ese fuera el caso, los hombres seríamos el negativo fotográfico de Dios; formamos parte de Él sin ser Él por entero – por decir otra blasfemia – si así lo quieren… Y esa parte negativa sería – es –  el contraste para adivinar a Dios en nosotros, no sé si me explico… pero también el obstáculo para reconocernos como Dios, o en Dios, si así lo entiende mejor. En el antiguo Catecismo se nos explicaba que el pecado de Lucifer (luz y espejo de Dios) fue “querer ser como él”. Así mismo se nos contaba. Y eso deja patente un contrasentido: Se nos afirma que somos dioses, y, por otro lado, se nos dice que intentar ser como Dios provocó el primer pecado, y la Caída.

Y aquí veo yo la clave de la cosa, precisamente: no es lo mismo ser dioses que ser Dios. No, no es igual. Los dioses fueron creados por Dios, pero nunca, jamás, al revés… Me vale que fuimos creados como dioses, pero no supimos serlo. Me sirve que seamos los dioses que fuimos encerrados en la materia. Pero me cuesta creer que seamos el Dios que nos creó, aunque sí parte de Él, y por mucho que Él forme parte de nosotros. (Todo creado vive en su creación). En román paladino: podemos compartir, pero no suplantar… Y eso es algo que en eones aún no hemos aprendido.

Solo cuándo descubramos al verdadero Dios, el auténtico y genuino, no el que las religiones nos han construido a nuestra imagen y semejanza, puede que empecemos a ejercer como lo que fuimos; y que el reto sea volver a ser… La pista que nos dejó Jesús es que hay que buscarlo dentro, no fuera. Nosotros lo buscamos en templos, en ritos, en procesiones y tradiciones repetitivas, todo externo, todo exterior a nosotros mismos, que, aunque pongamos pose de practicarlo, no es la verdad de descubrirlo.

Lo cierto es que aún no nos conocemos. En algún lugar del tiempo perdimos nuestra identidad, y aún no hemos sabido encontrarla de nuevo. Somos esclavos de todo lo ajeno, y deudores de nosotros mismos.

        Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

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