ESCÁNDALOS

 

Me dice un prójimo más o menos próximo con respecto a lo que escribo: “te gusta escandalizar”… No es cierto – me defiendo – no está en mi ánimo escandalizar a nadie. No es mi voluntad, en modo alguno, pero tampoco puedo evitar que existan los que se escandalizan. Siempre recuerdo que es una de las cosas que apunta el Evangelio: que, en realidad, no existen los “escandalizadores”, solo existen los “escandalizados”. Cada cual se fabrica su propio escándalo y echa mano de él a voluntad cuánto quiere y necesita de él. Como el que tiene su propia era plantada de garbanzos.

De hecho, el escándalo no llega a ser ni siquiera un concepto, pues es una emoción. Y todo el mundo sabe que las emociones duran en el ánimo lo que la persona quiere que dure, y nada más… Hasta los psicólogos lo reconocen en una máxima, “que una emoción no afecte a tu sentimiento”. La propia semántica de la palabra trasluce ese tal sentimiento: Sentir y mentar, esto es, decir lo que se siente; y eso está muy bien, pero nada más, no más allá… Si a mí me escandaliza lo que otro diga o sienta, el problema (y no pequeño) está en mí, no en ese otro, pues, a la postre, cada cual ha de lidiar consigo mismo.

Si me aprietan, el escandalizarse puede llegar a ser hasta un sentimiento hipócrita, esto es: estoy en mi derecho a escandalizarme porque la verdad reside en mí, y no en el que opine lo contrario… Un cura amigo mío al que suelo citar mucho, me decía: “el creyente que se escandaliza, ni es creyente, ni es ná…”. Naturalmente que no, solo se escandalizan los dogmáticos, los ortodoxos, los fanáticos y fundamentalistas; aquellos que se creen en posesión de la verdad, y, por lo tanto, en el derecho a sentir su muy santo y sagrado escándalo. Un enorme y gran error de los que dicen predicar sin fallar en la fe que proclaman.

Cuatro veces repite Raphael en su estribillo “escándalo, es un escándalo”, por si fueran pocas… Y quién le escribió la letra – un tal Willy Chirino, por si alguien lo quiere conocer – no sé si sabiendo o sin saber, lo que está gritando es que el Escándalo, ya en sí mismo es un escándalo, y por sí mismo, también… Los piononos católicos que se escudan en su engañosa realidad del escándalo, suelen hacerlo tras las palabras de Jesús que dicen que dijo amenazante, “aquél que escandalizara a uno de estos pequeños…”, lo están entendiendo según la Iglesia a la que conviene la existencia del escándalo para poder justificar sus propias reacciones fuera de traste; cuando más bien lo que dijo fue “aquél que enseñara el escándalo a estos pequeños…”; o de otra forma: “¡hay de aquél que enseñe a escandalizarse!..”, pues el permitir que anide el odio (es la naturaleza oculta del escándalo) en uno mismo, ya es un pecado.

Y la explicación es bien sencilla: ningún niño se escandaliza por nada, salvo que se le haya enseñado a eso. Nos escandalizamos cuando algún alguien contradice lo que se nos ha catequizado como santo e indiscutible… La pureza de un niño va en su naturaleza, y la manchamos cuando le inyectamos la noción del pecado (con derecho a escándalo incluido, claro) y el veneno de la intolerancia… Yo quisiera preguntar a esos teorizantes pseudoteólogos, qué entienden ellos por “espíritu virginal”, por ejemplo; y dónde, y porqué, y por quiénes, pierden esa tal virginidad de espíritu.

¿No ven?.. si yo digo que eso que hacemos es toda una aberración, ya me tienen aquí escandalizando otra vez a los catequizadores de todo cuño… Y vuelta a empezar de nuevo en el torno del convento; a decirle al padre prior que un servidor de los frailes solo dice lo que piensa, lo que cree lealmente, y lo que siente en puridad; y que aquél que se escandalizare, que se desescandalice, pues buen desescandalizador será. Y eso atañe a las conciencias ajenas, no a la mía. Sin embargo, esta piedra (de escándalo) en el camino al molino, no afecta solo al terreno religioso, ni muchísimo menos…

Fíjense ustedes en el terreno politicoideológico… Se pasan todo el tiempo escandalizándose los unos a los otros y los unos de los otros, y tratando de llevarnos a los correligionarios votunos – o tontunos – del ronzal. Se escandalizan mutuamente por todo, con razón o sin ella… Cuando es posible, porque lo es, y cuando no lo es, se le fabrica el motivo, o se le inventa, o se le supone… Pero todo el ruedo político está sembrado de escándalos, de escandalizadores y de escandalizados; y todos y cada uno de nosotros somos su correa de transmisión. Somos su concreto y perfecto albañal.

¿Se acuerdan de aquel viejo personaje ozoriano que soltaba aquello de “¡¡ Huy lo que m´a dicho !!”, en voz aspaventosa?.. Pues así estamos en este país de acémilas y acemileros. Y lo estamos, porque lo somos, naturalmente. Aquí nadie es capaz de verse su propio ojo envigado y legañoso, pero señalamos hasta el del culo de los que no son “de los suyos”. Tal que así nos comportamos, porque hacen, trajinan y vocean para ello. Y si nos fijamos bien fijado, veremos que nos pasamos nuestros mediocres días en un “contínuum” escándalo. En realidad, no sabemos criticar sin escandalizar; y no es que escandalicemos, si no que nos sentimos escandalizados, que, como ya habrán visto, no es lo mismo.

La clave está, dice P.G. en la red, en “quitar a los políticos de los puestos de poder, que no saben lo que hacen, y poner a gente que sepa, y trabaje para los demás y no para sí misma”… ¿Es que te crees, amigo mío, que no saben lo que se hacen?.. lo saben perfectamente. Es justo al revés: los que no sabemos lo que nos hacemos somos nosotros, que nos dejamos embaucar como manso ganado por los que sí saben llevarnos al abrevadero del bocado. Aunque esto que te digo aquí les suponga todo un escándalo, pero mira: en realidad son borregos que guían a sus pastores.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / miguel@galindofi.com / www.escriburgo.com

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