GHAZA

JavierCercas ha escrito un artículo en el que, harto de denunciar y dolerse por la masacre de Gaza – dice – prefiere dar la voz a diez poetas palestinos que han editado un libro en Italia, “Il lloro grido é la mía voce”, que ponen en poesía el drama del holocausto de su pueblo (cuando esto escribo, ignoro si se editará en España)… Dice que ya no lo quedan palabras para seguir expresando la injusticia de sacrificar a todo un pueblo por la ambición de un cabrón y al amparo de un hijoputa, y que mejor se las pasa a los que lo sienten en su propia sangre.
Pues, con su permiso, yo voy a hacer igual. Voy a utilizar su idea para que sean esos versos los que hablen, puesto que lo que yo escriba se vuelve viejo, repetitivo, hasta hipócrita, y nunca, jamás, podrán expresar todo el dolor e indignación que ellos mismos. Tengo claro que la sensibilidad de un poeta supera la de un prosista, a la hora de decir lo mismo; pero creo, y eso espero, que el lector sienta con toda su crudeza el significado que encierran sus palabras. Confío sepan ponerse en la piel de quiénes lo sienten y lo gritan:
“La niña cuyo padre ha sido asesinado / mientras llevaba un saco de harina a la espalda / continuará saboreando / la sangre de su padre en cadan pan”… (Haidar al Ghazali).
Y ese pan, precisamente, el pan suyo de cada día, amasado con hambre y horfandad, y horneado con la injusticia del odio y la insensibilidad de todo un mundo que solo llora lágrimas de cocodrilo.
“Una madre en Ghaza no duerme / escucha la soledad, ensancha sus márgenes / filtra uno por uno los sonidos… / para acunar a sus hijos y elegir una historia que les encaje / Y, cuando se han dormido, se yergue como un escudo frente a la muerte. / Una madre de Ghaza no llora. / Retiene el miedo, la rabia y las plegarias en su interior / y espera que acabe el estruendo de los aviones, para liberar la respiración. / Una madre en Ghaza es como todas las madres / hace el pan con la sal fresca de sus ojos… / y nutre la patria de sus hijos”. (Ni´ma Hassan).
No es solo literatura, es mucho más que la belleza que encierra cualquier soneto. Es puro silencio doloroso del alma; es el grito de agonía de una esperanza que muere… Versos escritos con el corazón desde las tripas, pero donde el intelecto se estrella contra lo incomprensible. Sepan leerlo: son letras hechas de lágrimas, escritas con sangre de hijos, padres, madres, hermanos… Intenten descifrar el mensaje que hay detrás de párrafos que no deberían tener sentido en un mundo mínimamente justo.
“Nuestra foto de familia / Un montón de girones, un puñado de ceniza / cinco sudarios de distintas dimensiones, envueltos unos junto al otro. / Las fotos de familia en Ghaza no son como las demás. / Pero estaban juntos, y juntos se han marchado” (Heba Abú Nada)
Es otra de las desgarradoras realidades que están sucediendo en una pequeña parte del mundo con el beneplácito de la otra gran parte del mismo… No hace mucho, nuestro impresentable alcalde de Madrid, decía que “genocidio es lo que los nazis cometieron con los judíos”, como si un genocidio pudiera justificarse con otro genocidio. Precisamente por eso mismo, no se entiende que los que fueron víctimas hoy se comporten como verdugos. Hay que tener las entrañas muy negras como para no querer verlo…
“Si debo morir / tú debes vivir / para contar tu historia / para vender mis cosas / para comprar un trozo de tela / y algo de hilo, que sea blanco y de larga cola / de tal manera que algún niño de algún lugar de Ghaza / mirando fijamente al cielo / esperando a su padre, que ha partido entre las llamas / sin decir adiós a nadie, ni siquiera a su carne / ni siquiera a sí mismo / vea la cometa, mi cometa hecha por ti; volar alto / y piense, por un momento, que allí hay un ángel / que trae de vuelta el amor. / Si debo morir / que traiga la esperanza / que sea la historia de una historia”. (Refaat Araleer).
La vergüenza de Ghaza sobrevivirá muchos lustros, y marcará a todo el género humano… No solo a los que cometieron el holocausto asesino, igual que a los que lo sufrieron, también a los que lo contemplaron y lo consintieron… La humanidad es menos humanidad cuando deja que ocurran estas matanzas desproporcionadas; y todos, absolutamente todos, formamos parte de esa misma humanidad que no merece el nombre de humanidad. Mal que nos pese. El mismo pueblo judío tiene un dicho tan viejo como sabio, sacado de su antigua Toráh: “El que salva a una sola persona, salva a toda la humanidad”.. ¿Acaso lo han olvidado, o es que lo han repudiado?.. ¿Son esos mismo israelíes de la diáspora, o se han convertido en otra cosa?.. ¿en qué nos hemos convertido todos?..
Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com
Comentarios
Publicar un comentario