INTELIGENCIA
Me estoy releyendo libros de hace 30 o 40 años, y me traen temas al recuerdo que actualizo con lo aprendido (o desaprendido) después, y arrojan y/o arropan nuevas perspectivas desde donde razonar las cosas y los casos… Como por ejemplo con uno que se titula: “La Tierra, ¿Planeta Experimental?”, pero que, a pesar de la connotación de su nombrecico, y de lo que se pueda pensar, está tratado desde opciones absolutamente científicas. Nada de especulaciones fantasiosas, fortuítas y gratuítas, sino por el contrario, desde el punto de vista posibilista de un buen montón de investigadores en diferentes campos físicos y astronómicos.
Cuando me lo calcé por primera vez fué en aquellos tiempos en que me andaba tras el fenómeno Ovni; con mis contactos personales con los del Grupo Siracusa; mi afiliación al CEI (Centro de Estudios Interplanetarios) de Valencia; mi intercambio epistolar con el cura Enrique López Guerrero, autor de “Mirando a la Lejanía del Universo”, hoy proscrito, basado en la Teoría Cristocéntrica del Universo de Teilhard de Chardín; y con un primo Máximo persiguiendo luces estrelladas por las noches… Imagínense ustedes.
Era la época en que me bebía a Erich Von Däniken, Jaques Aimé, Andreas Fáber Káiser; y en lo patrio a J. J. Benítez, Antoni Ribera, etc. como autores de prolífica imaginación no exenta de lógica histórica y científica… Pero no crean los que me están leyendo que eran ellos solos los convencidos a piés juntillas del extraterrestrismo. Muchos sabios investigadores y científicos de la época también lo afirmaban: Cocconi, Mórrison, Drake, Bracewall, Störner, incluso los más generalmente conocidos Tesla, Sagan, Marconi… Lo que pasa es que los primeros buceaban en la arqueoastronomía, que así la llamaban ellos; y los otros buscaban evidencias en las señales pulsantes provenientes del centro de nuestra galaxia. Ellos fueron los padres del famoso Proyecto Setti y otros, cuyos resultados se mantienen aún en extricto secreto.
Por cierto, que en uno de los muchos y sesudos congresos que estos últimos celebraron, en la puerta de la habitación de uno de ellos (creo que fue en la de Franck Drake, autor del Proyecto Ozma), apareció por la mañana un cartel pegado: “¿Es el hombre inteligente?”… Andaban enfrascados enviando y recibiendo señales bioeléctricas que indicaran una cierta inteligencia en su emisión, y se hablaba, y mucho, sobre “Vida Inteligente» y todo aquello. Hoy, si se fijan, la atención del personal-gente está desviada a otros escenarios: cambio climático, guerras, acomodacion-hedonismo, ludi-deportes competitivos; una eficaz mezcla entre narcisismo, tmiedos y patrioterismos bien mezclados y calculados.
Bien, sea como fuere, la cuestión es que alguien plantó de forma más o menos chocante, en aquel adelantado foro de mentes pensantes – cogitando méntibus – el relevante hecho de que sí, mucho hablar de seres y/o señales inteligentes, pero, ¿qué se puede considerar como inteligente?; ¿qué es la inteligencia?.. y eso empezando por nosotros mismos: los hombres. No me digan ustedes que no fue un muy inteligente, hablando de lo mismo, aldabonazo ese, dado en una puerta, además, como tienen que ser los aldabonazos.
Y llegados aquí, a este punto, me van a perdonar que este servidor vuelva a recurrir a la semántica de las palabras (personas hay a las que les fastidia esto, no sé por qué), pero es que suelen aclarar muchas cosas que ignoramos. Por ejemplo esto mismo: el vocablo “inteligencia” es un compuesto de dos: “Int”, prefijo que significa interior, interno, dentro, y “eligencia”, que viene del latín “eligere”, elegir. No creo que haya que estrujarse mucho la masa cerebral para advertir que, por pura lógica y sentido común, “inteligente” es “el que elige dentro de sí”; o en román paladino: el que tiene la facultad de elegir por sí mismo.
De lo que se deduce, sin tener que ir a la universidad, que Inteligencia es saber discernir y elegir por uno mismo libremente; esto es: el puñetero Libre Albedrío… ¡Miren que siempre hemos de topar con lo mismo!.. Es esa libre distinción del libre albedrío la que nos concede experiencia, y, por lo tanto, conciencia de los resultados, que es la Inteligencia para discernirlos. Otra cosa muy distinta es que un ser inteligente use su inteligencia para bien o para mal. Otro caso muy diferente es que un ser inteligente no pueda ser a la vez un perfecto gilipollas, o un simple tontolhaba.
Mi opinión personal es que todo lo creado es intrínsecamente inteligente en esencia, si no en potencia, según su nivel dentro del plano evolutivo; y que existen inteligencias elementales, o “exteligencias”, con una inteligencia elemental, externa e instintiva; e inteligencias complejas, elaboradas y autónomas, acreedoras de la ley de Causa y Efecto… No se puede decir, por ejemplo, que no existen animales como el caballo, el perro, el mono, la ballena, el delfín, etc. con un nivel de inteligencia acusado y desarrollado, si bien que hasta cierto punto, claro. Pero adviertan vuesas mercedes que el grado de responsabilidad en el conjunto evolutivo-creacional es directamente proporcional a ese grado otorgado. No se le va a exigir lo mismo a ellos que a un ser humano… si es que aún seguimos siéndolo.
Y aquí es donde estamos. La cosa del caso es: ¿existen inteligencias superiores a la nuestra por ahí fuera?.. Y ya no hablo de en un infinito número de universos, cosmos, sistemas solares y galaxias, materiales; sino también de un número igual de infinito de niveles energéticos (espirituales)… Hist the question, que decía el príncipe danés aquél, el del “ser o no ser”. El que piensa que ES, el que sabe y tiene conciencia de sí mismo, posee la suficiente inteligencia como para saberlo… pero ¿la tiene como para saber obrar en consecuencia?..
Y la consecuencia, amigos míos, es la base de toda ciencia, que para eso está la conciencia… y la inteligencia. El ejercicio de humildad que supone tal posibilidad es necesario para la evolución de la humanidad. Se le suele conocer por Responsabilidad. El creernos a nosotros mismos los reyes del mambo de todos los cosmos habidos y por haber, solo nos ha traído desgracias y disgustos (esto es, volviendo a la semántica: pocas gracias y menos gustos). Es la principal lección que nos queda por aprender. ¿A qué puñetas esperamos?..
Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com
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