VOLVER A SER
Entre las muchas notas que recibo, cayó una que apuntaba a un auténtico disparate: tras una larga presentación de que era un asiduo seguidor de ciertos temas, etc. etc., remataba la faena con un muy serio “…yo de usted me pensaría la posibilidad de liderar algún movimiento como el de una religión civil” (¿!)… Nada menos. Le contesté, no sin cierta renuencia, claro, que a qué se refería concretamente, pues todas las religiones, que yo sepa, son civiles (e incluso algunas – o muchas – son militares). Al cabo de unos días, me re-contestó: “quiero decir que no sea religiosa, sino civil, usted ya sabe…” intuyendo que la cosa iba por lo de igual que existen bodas o bautizos civiles, que también acoja lo estrictamente civil de la religión. Y no vayan a creer, que ni yo mismo lo entiendo.
De esto sacaría un guión Woody Allen, seguro; entonces, ¿por qué yo no un humilde artículo?.. Parece esperpéntico, ya lo sé, pero si esta persona lo que quiere es darle un sentido estrictamente humano y no sacralizado, quizá sea lo que quiere expresar bajo el término de “Civil”. Algo así como el café descafeinado o el chocolate deschocolatado, ya me entienden; una religión sin componentes religiosos… aunque parezca un absurdo total, un contrasentido, una “gilipolluá”.
Pero, el caso es que, si lo pensamos con cierta calma y sin cachondeo, el principio de los principios tuvo que ser algo parecido a eso (entre Pinto y Valdemoro); pegado a lo natural, al pellejo humano, algo como muy “civil”… Antes que un Dios taumatúrgico, revestido por los primeros inventores de las religiones: los de la casta sacerdotal, tendría que haber sido un Diós teúrgico, surgido de las manifestaciones de la naturaleza y de sus interpretaciones por parte de los primeros humanos, en vivo y en directo, así, sin intermediarios manufactureros del motivo religioso, los que luego se apuntaron presurosos a ser sus representantes en exclusiva, y de ahí las religiones.
Lo que pasa es que está ya tan interiorizado por el género humano la mezcla de lo teúrgico con lo taumatúrgico, que es realmente difícil imaginar las sensaciones – luego vendrían los sentimientos – que aquellos primitivos seres albergarían dentro de sí mismos… Pero yo creo que, precisamente, todo parte de ahí mismo: del “dentro del sí”, del interior del ser, el primer primate pensante, y, por lo tanto y a lo tonto, capaz de sacar consecuencias: el hombre. Y como solo se tenían a sí mismos para sacar tales consecuencias, y la naturaleza que lo rodeaba estaba a ello, pues por puro sentido lógico y secuencial, su primera impresión tuvo que ser necesariamente holística; el sentirse uno con todo a la vez, y al mismo tiempo con su propia singularidad. Esto es: lo que se conoce como una religión panteísta y omniabarcante. Lo que los más antiguos filósofos llaman “la Plétora”.
Y creo, la verdad, que no se iba muy descaminado… Ocurrió, claro, lo de siempre, que de entre ellos mismos nacieron los listillos que hicieron casta. ¿Qué casta?, pues la religiosa, claro. La más rentable y poderosa de todas, la de mayor influencia, la que asegura tener en sus manos al propio Dios todopoderoso, para disponer según su propio y exclusivo interés.Y entonces, lo que hizo fue extraer a ese Dios del interior de las personas, un dios personal, claro, un dios “civil”, y exteriorizarlo entronizándolo en el exterior: en un Arca de la Alianza, en lo alto de un monte; en el altar de un templo; en los sagrarios de los altares; en los ritos y ceremoniales, en la dogmática y en lo canónico… Y el hombre dejó de conectar directamente con Dios para hacerlo a través de tronos que sacar en procesión y en vigiladas cofradías.
Y como había que alejarlo del ser creado, se le puso y dispuso en “los cielos”… y, como un favor piadoso, bajo las llaves y vigilancia de los templos, a cual más rico y ostentoso. Y bajo taquilla y vigilancia de las tradiciones… Eso, a pesar de que el Cristo vino a recordarnos que el Padre sigue estando donde siempre estuvo, dentro de todos y cada uno de nosotros, en nuestro íntimo interior, y no fuera de nosotros. “Buscadlo dentro de vosotros, y no en templo alguno”, nos repitió continuamente. Pero se le calló la boca, y se impuso la religión, la re-ligare, el volver a atar lo que estaba atado y bien atado. Y de ese Cristo se hizo otra figura, y otro altar, y otro trono…
Pero Dios sigue peleando “en descubierta”, en la materia, en nuestra materia, desde nuestro interior y naturaleza… Fíjense bien que la raíz de “materia” es “MÁTER”, madre, la diosa femenina de todos los tiempos y de todas las culturas… En los Evangelios Gnósticos, Jesús dice a sus discípulos: “entre los leños, allí estoy Yo; levantad una piedra, y allí me encontraréis; en cuánto mueve el aire, Me hallaréis”… Si esa no es la visión holística de la divinidad que tenía el hombre primitivo, que venga ese mismo Dios y lo vea.
El ser humano tendrá que re-cordar y re-cobrar lo que tuvo y fue suyo. El volver a ser lo que un día fue… La propia ciencia, la propia física, incluso la más actual de ellas: la quántica, nos está diciendo que lo verdadero, lo auténtico, lo genuino, la energía divina y universal, lo impregna todo, está en todo, lo forma y conforma, y confirma, todo… Y cuando ese tiempo llegue – y tengan la absoluta seguridad que llegará – las ligas de las religiones caerán y ya nada atarán ni ligarán. Y desaparecerán, pues ya no tendrán ninguna razón de ser.
Entonces es posible que esa religión sea “civil”, como dice mi corresponsal, o, simplemente, no sea nada siéndolo todo, esto es: deje de ser una religión religiosa valga la redundancia… Será una sensación de plenitud vivida, asimilada y compartida. Un sentimiento y un convencimiento a la vez y al mismo tiempo… Cuando se nos meta en la cabeza que Dios no necesita ser instaurado, ni instalado, ni instituido, ni restaurado, en ningún lugar prominente, sino consagrado (reconocido) en lo que siempre fue y donde siempre estuvo: con, en, y dentro de todo, incluidos nosotros mismos, también entonces nos habremos encontrado a esos nosotros mismos. “¿Por qué buscáis fuera a Aquél que está dentro?”….
.Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com
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