DIOSES
En la obra cumbre de Miguel Ángel, el techo de la Capilla Sixtina, el gran – y muy espabilado – maestro, nos dejó un par de sus guiños para la posteridad, engañando a Julio II, pontífice con el que se las tuvo más que tiesas, y a los curiales de su época… Montó el momento de la Creación cúlmen del Hombre con ese contacto magistral de los dedos del Creador y los del Creado, en una especie de “chócalo, tío”, del que, si nos despojamos de los roles religiosos de catecismo, no se sabe si Dios crea al Hombre, o es el Hombre quién está creando a Dios… Existe otro detalle que suele pasar desapercibido a los observantes: la capa que rodea a Dios (o con que se rodea) es el perfecto dibujo anatómico de un cerebro.
En definitiva, parece preguntarnos el genial artista desde su tiempo: ¿quién crea a quién?.. en una especie de la popular adivinanza del huevo y la gallina; porque, admitiendo que Dios nos ha creado a su imagen y semejanza (yo diría afín a su energía), no es menos cierto que cada ser humano crea (re-crea) a Dios a la medida de sus sueños, sus necesidades o sus ambiciones… Los anales de la Historia de la humanidad están sembrados de distintos tipos de Dios, o, cuando menos, de diferentes ideas de Dios.
Está el de los poderosos, tipo Trump, al que ha salvado para que él salve a América, y en el que creen los menonitas y muchas otras iglesias llamadas cristianas, o supremacistas americanas… También Putin tiene el suyo, ortodoxo, claro, y avalado por el Patriarca de su Iglesia. Es el Dios de los poderosos; el dios de los semidioses; el de los reyes y monarcas del medievo; el mismo dios Jehová de las batallas, del padre de los castigos y el amo de las venganzas; un dios en nómina de los que mandan queriendo mandar ad aeternum. O eso, o lloverá sobre la humanidad el fuego (nuclear) desde el cielo.
Como hay un dios de clase media, acomodado y acomodaticio, de ritos y mitos a cambio de pagar la hipoteca y llenar la cesta de la compra en los supermercados-iglesias del consumo; el dios de los sinagobios: el de las salidas de puentes e Insersos; el del “virgencica mía quédeme como estoy” y los demás que arreen; el del no-marchatrás de lo conseguido y no compartido… Es el dios mercantilista, el dios curial, el de “tú cumple con la procesión y no tenga yo ocasión”; el del yo “ni mato ni robo”, pero pongo a los de fuera en adobo…
También existe el de los desgraciados, el de los pobres de la tierra, el misericordioso, pero que no llega a llevar el pan suyo de cada día, ni a llenar la lata abollada que levantan sus críos que pasan hambre y mueren de ella; el dios limosnero que nos pide desde las aceras, y que no puede saciar a cuántos los necesitan porque nosotros no queremos compartir lo nuestro que es nuestro y muy nuestro… Es el dios de los que padecen desigualdad y abandono por los que ostentan su dios de clase medialta; mucho más por los Yahvés´s de poder absoluto y absolutista.
Aún hay un dios para los desheredados de la tierra y de toda tierra… Un dios de los amontonados en nuestras periferias, que solo esperamos a que desaparezcan de nuestra incomodada vista… Es un dios al que rezan todos los refugiados en sus campamentos apartados, hecho de inmigrantes, huídos y rechazados; un dios de esperanza, ya que no de justicia, al que solo le piden igualdad de trato, el tener las mismas oportunidades que el resto de la humanidad… ¿hermana?.. Es el dios de los despojados, de los que ya solo les queda poder respirar cada día de su miserable vida.
Como también hay un Dios-Diana, destinado a recibir cuántos venablos, insultos y blasfemias se nos ocurren (muchas veces mezclados con oraciones, o disfrazados de ellas); la gama es casi inagotable: va desde el simple “mecagüen”, pasando por el descreimiento en una manera intelectualizada del “negaDiós”, hasta el pedirle cuentas por permitir todo lo que pasa por nuestra culpa… Es el dios donde descargamos nuestra responsabilidad, en vez de mirarnos nosotros en nuestro espejo. Es el dios culturalmente rechazado: o lo insultamos, o lo negamos, ambas cosas nos sirven y nos son mentalmente útiles. Para eso mismo está Dios, ¿no?..
Y hay muchos más intermedios, de muy distintas gradaciones y diferentes tonos de grises… Tantos como seres humanos; bien agrupados en gremios, bien a nivel personal, nos creamos un dios acomodado a nuestras ambiciones, o a nuestras conservaciones, o a nuestra necesidades; y eso con cuántos matices quiera cada cual adobar su personal guiso de conciencia… Miguel Ángel sabía muy bien lo que se pintaba. Quizá existe una explicación que nos sobrepasa: Dios nos creó para que nosotros le creáramos a Él y nos retratáramos a nosotros mismos.
Y en esas mismas estamos, queridos hermanos: en la respuesta de todos y cada uno de nosotros, personal e intransferible, sin Iglesias ni credos por en medio tras lo que parapetarnos y no dar la cara. Cada cual con su dios, de tú a tú… Pero, claro, he aquí el dilema: ¿qué Dios es el nuestro?, ¿a qué Dios nos dirigimos?, ¿con cual Dios nos identificamos?.. Seamos sinceros y honestos con nosotros mismos, aunque sea por una puñetera vez en nuestra vida…¿Cuál de todos esos dioses creemos el más auténtico y genuino, el más verdadero?..
Voy a ponérnoslo aún más jodido: ¿a qué Dios apoyaría y con qué Dios se identificaría Jesucristo?; ¿por cuál de ellos apuesta en su Evangelio?.. Naturalmente, no es mi deseo que me contesten, sino que se contesten. En su intimidad, cada cual en sí y a sí mismo, donde “de verdad reside el Padre, y no en templo alguno”. Y también se guarden la contestación para ustedes mismos. Es que, es precisamente cuando lo decimos a los demás, o en nuestras iglesias, cuando mentimos para quedar bien y justificarnos… Así que mejor que no, que cada cual lo piense y se lo calle.
“Cuando cambias la manera de ver las cosas, esas cosas, a veces, también las cambias”. (Max Planck).
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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