ENSEÑANZAS

No… yo desconozco la naturaleza de los sueños. Puedo hablar de ellos, sí, pero descriptivamente, como cualquiera. Solo Freüd osó adelantar sus teorías. Aproximando bastante el mundo onírico a la subconsciencia del ser humano, de todos y cada uno de nosotros, que es a lo más real a lo que puedo llegar dentro de nuestra manifiesta complejidad… Pero no mucho más puedo añadir para los que me piden que les escriba y describa sobre algo que solo me lo explico a través de la famosa y ya conocida frase de Paul Elouard: “Existen otros mundos, pero están en éste”.
Más he aquí el nudo gordiano de la cuestión: ¿Cuál de ellos es éste mundo?.. Elouard habla de “este mundo”, más como un punto de referencia que como concretizándolo, no nos engañemos, porque, ¿qué es “este mundo”?… Igual podríamos afirmar, dándole la vuelta a la frase, de que existe este mundo, pero está dentro de otros, ¿o acaso no es verdad?.. Como en el juego de ¿dónde está Willy?, podríamos decir igualmente “buscad al mundo de Paul”. ¿Dónde está este mundo?..
Lo digo tan solo que por un par de detalles, nada más: uno es, fíjense, que en la vida llamada real (normal) de cada uno, cada cual conserva su propia autonomía en cada momento. Aparentemente no pierde el control de su rol en su día a día… Sin embargo, en nuestros sueños, todo viene establecido: personajes, situaciones, guión, roles… nada queda al azar en “encuentros” que parecen perfectamente controlados. Es como si nosotros fuéramos los personajes del sueño y ellos los reales, o, dicho de otro modo, si nosotros fuéramos el sueño de ellos. Como si nuestros sueños nos soñaran a nosotros.
El otro es, precisamente, a lo que me he referido en mi párrafo anterior sobre el control… ¿Qué controla?, ¿quién es el controlador?.. Aquí es dónde yo me atrevo a meter al puñetero subconsciente, ¿a qué, si no?.. Es el tapado en la ecuación. Edmund Freüd puso la manija de mando en el consciente del individuo; él – el consciente – es el que debe interpretar al subconsciente. Vale, bueno, de acuerdo… Pero, ¿y si fuese al contrario?. Al menos parece intentarlo a través de los llamados sueños, que es “su mundo real”, el que aparentemente domina, como nosotros también aparentemente parecemos dominar “el otro”… ¿Cuál de ambos es más consciente que el otro?.. ¿Acaso se interpretan – y se interpenetran – mutuamente?..
En algún punto del tiempo, quizá cuando el ser humano fué esturreado por la tierra, tuvo que haber un momento en que ese mismo ser confundió a la energía creadora con la materia creada, y se perdió en ella, y optó por otorgarle rango de realidad más a la una que a la otra, en contra de toda secuencia lógica (¿qué fué antes?)… Y así se cambió la causa por la consecuencia; el efecto por el origen; y desde ese preciso instante, el hombre dio estatus de realidad a su propio cuerpo y a cuánto lo rodeaba, cuando ello es lo secundario. Y el error persiste… La importancia del ser humano en la ecuación del universo es que, por alguna razón, somos el nexo de unión entre energía y materia; colapsamos la primera en la segunda y nos creamos una realidad propia pero falsa y ajena a la auténtica.
¿Por y para qué?.. pues para nuestra propia experiencia y obtención de conocimiento. La dificultad que nos hemos creado es que ahora hemos de obtener ese conocimiento en una especie de marcha atrás, de rebobine, empezando por nuestro final y avanzando hacia nuestro principio. A eso lo llamamos evolución… No creo decir ningún disparate si afirmo que aquella procedencia nos llevó a la ciencia, y ésta nos está llevando a la toma de conciencia. Es como si aprendiéramos, no en el camino de ida, sino en el de vuelta, en el de regreso; re-cordando, no inventando; re-descubriendo, no descubriendo.
Es como la comparativa del hombre y su sombra… Pensamos y creemos en su inseparabilidad manifiesta, cuando no es así. Es la materia la que fabrica su propia sombra ante la presencia de la luz. Un fenómeno puramente físico. Pero como el genuino ser humano es energía, no masa, ni materia, ni forma, pues tampoco tiene sombra… Metafóricamente la sombra es el reflejo oscuro del hombre, pero no forma parte sustancial, ni insustancial, de la naturaleza original del hombre, contaminado hasta las cachas de la propia materia que colapsa a su través ignorantemente.
Por lo tanto, y volviendo al principio, en puridad es más real el mundo onírico que el que tenemos como consciente, las disciplinas yóguicas y orientales en conceptos de eternidad alegan que estamos despiertos dormidos y dormimos cuando estamos despiertos. La sabiduría búdica apunta exclusivamente a ello… Jesús dejó dicho en muchas partes de su Evangelio que “su Reino”, esto es: el de Dios, “no es de este mundo”. Existe, es el real, el verdadero, el genuino, pero no es éste. Y no lo es porque esto es una creación precaria, imperfecta y perecedera. Así que no hay que darle más vueltas a la cosa del caso de la casa.
Otra cuestión, claro, naturalmente, es que nosotros, los interesados, queramos creerlo. Que me barrunto que va a ser que nonis, dado lo que deshacemos más que lo que hacemos, y lo empedernidos que estamos en ello, y cómo nos comportamos… Y sentimos lo contrario de lo que decimos, y nos mentimos a nosotros mismos… Así que tenemos (obtenemos) lo que preferimos creer – creer es crear – , esto es: formado, materializado, amasado y cuajado por nosotros mismos… Fíjense entonces, qué puñetas nos querrán decir (advertir) los sueños.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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