YA NO ES IGUAL

Se decía mucho una frase hace unos años… “la que ha liao el pollito”, se soltaba ante cualquier desbarre. Bueno, hoy, en la actualidad, el gallinero político está a rebosar de pollitos liadores, incluso de gallos de pelea y de algún que otro monstruo de plumas erizadas, que no parará hasta que se reparta el mundo con otros malos engendros como él. Pero así tenemos, porque así queremos, la jaula del mundo.
Hace unos semanas que Vox nombró al diablo en casa del empresariado regional. Rechazan de plano que este partido quiera eliminar las partidas públicas a los agentes sociales. Croem defiende su papel, claro, e insta a los políticos a que “se tomen en serio a la región”, y que aprueben cuanto antes los Presupuestos, no vaya a ser que, con tal empecinamiento del ultra, les salga la marrana mal capada y se queden sin el 25% de los ingresos que le suponen tales subvenciones. La pela es la pela, como dice el catalán.
Cuando el extremoderecho defendía cualquier tipo de empresa a cualquier precio, aún atacando los derechos del más puro y esencial ecologismo, lo cual desprecian (acuérdense del caso Mar Menor, por ejemplo) todo el mundo callaba y asentía, y miraba para otro lado… Pero, amigo, cuando toca el bolsillo de los garitos, se les suelta en los morros si acaso ellos “están dispuestos a renunciar a sus sueldos públicos”… Ahí l´han dao al bacalao. Claro que no. A eso no está nadie dispuesto a renunciar en este país, donde la gente quiere ser funcionarios, y si no puede ser, pues entonces políticos. Faltaría más, Tomás…
Pero es que, la que ha liado Trump con la guerra desatada de aranceles a nivel mundial, ya no es lío de pollito, sino el “cágate lorito” en plan desparrame… Este hombre (y me cuesta llamarlo así) junto con el Musk de número dos y los demás nombrados pirados, está dispuesto a repartirse el mundo con Putin y Netanyahu si se tercia, a cual de ellos más genocida, con docenas de carroñeros tipo Meloni, Le Pen, Wilders, Orbán, Milei (y nuestro propio Abascal el de los recortes de antes), con el fin de alcanzar cualquier despojo, o a desatar la III Mundial si preciso fuera. Así, tal cual, lo han manifestado sin disimulo alguno.
Pero claro, se empieza por tocar los bolsillos… Por amenazar, asustar y chantajear al personal – Estado y ciudadanos – con la pobreza, los recortes y la ruina si es necesario. Como a los empresarios, a la gente lo que más les espanta es no llegar al final de mes. La llamada Cultura del Bienestar y del jubileo del Inserso en esta sociedad que formamos, ya no nos conformamos con la “tocada” de los aranceles de Trump, y recelamos, y con motivo… La cadena ha funcionado guay: los gobiernos lo pasan a los industriales y productores, y éstos lo trasladan a la gente y los consumidores: las vamos a pasar canutas con estos hijoputas. Y ni en verso dejan de asustarnos.
Esa es la estrategia. Como desde que el mundo es mundo, en esa escala, siempre ha funcionado que los de arriba han conservado nómina y puesto, y estatus; los de en medio han trampeado como han podido; y los de abajo somos los que realmente siempre hemos pagado el pato, pues, claro, cuando empieza a sonar la torrentera nos falta carretera… por no decir que nos rilamos pata abajo en una incontenible diarrea producida por el pánico… ¿y a mí qué me va a tocar sacrificar, maestro?..
Las trompetas del Apocalipsis ya están sonando en nuestro país y en nuestra región en las orejas de los de la industria pesada; los del sector fabricante del automóvil (y eso que cada vez nos quedan menos); y en el sector productor de la alimentación, entre otros como la fabricación del mueble, calzado, etc… No digo yo que no sea así. Lo primero que se saca a relucir, pues nos viene a “güevo”, es el costo social en el mantenimiento de empleos, y eso acojona cantidad, y tampoco digo yo que sin razón, naturalmente.
Pero existen unas leyes (consecuencias) de mercado que aquí se tienen a olvidar – quizá ocultar – como la de la Oferta y la Demanda, sin ir más lejos. Si se reduce la producción por falta de mercado exterior, de retruque debe beneficiarse el interior, que así alivia el costo de su propia cesta de la compra. Así ha funcionado antes y ha funcionado siempre, no sé si con la mangancia de ahora seguirá igual o no… Por otro lado, un mercado arancelario, a la larga perjudica directamente a la ciudadanía de los que imponen tales aranceles. Los precios de los productos de importación suben sus costos, encarecen sus propios precios y ahogan la economía interna de los que los imponen. Es el claro efecto boomerang.
No quiero con esto quitar la importancia a la burrada de estos asnos barraestrellados, pero antes vivíamos así, y, a lo mejor, nos ayudan a recuperar esa “Economía Circular” de la que tanto se habla y tan poco se sabe; esa que perdimos, despreciamos y ahora recordamos… y hasta añoramos. Y, a lo peor, o mejor, quién sabe, nos enseña a reencontrar valores que nunca debimos tirar por la borda… Y puede que hasta no sea malo del todo, por no decir bueno, y que me lluevan los pescozones de los que saben más que yo y que el resto de todos, o eso es lo que dicen…
Miren, aquí cada uno se queja cuando ve perjudicados sus propios y personales intereses; pero todos se olvidan de los intereses generales de toda la sociedad… Aquí cada cual se agarra a la ubre que le toca de la vaca, si le toca, sin preocuparnos por el estado de la vaca. Y la vaca seguirá soltándonos el cacico de leche si somos lo suficientemente inteligentes como para rectificar un modelo que, en manos de cualquier loco desaprensivo, puede buscar una ruina mundial de la que él, y sus secuaces, aprovecharse. Es en el punto que estamos ahora mismo. Lo de la globalización es lo que tenemos y padecemos… pero antes teníamos otras cosas de las que ahora carecemos, ¿no?.. y vivíamos, ¿verdad?.. Pues eso mismo.
Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com
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