¿DE QUÉ HUÍMOS..?

En el periódico de El País de un día cualquiera, entrevistan a un deportista y documentalista que afirma, con muy serias razones además, que “por primera vez en la historia, el intelecto humano va hacia abajo”, y justo al lado, el columnista y escritor J.J. Millás firma un artículo en el que dice que la gente se ha perdido a sí misma, y ya no sabe cómo ni dónde buscarse para encontrarse… Sospecho que el redactor ni siquiera se ha dado cuenta – o a lo mejor, sí – de que ambos trabajos están íntimamente relacionado en su fondo.
Dice Millás que, cuando estuvo en la India, encontró a multitud de occidentales que habían viajado hasta allí con el fin de encontrarse a sí mismos (o eso es lo que dicen, añado yo al tema). Y lo digo porque yo lo veo cada vez más como una excusa para hacer lo contrario: huir de sí mismos. No hace ninguna falta marcharse de Murcia a Galicia, por ejemplo, “para desconectar, disfrutar de la naturaleza”… y todo el etcétera del típico tópico que siempre repite como un mantra aquel que ha asaltado una casa rural, con encanto o sin encanto. En realidad, la gente se mueve compulsivamente, casi que a toque de pito o de puente, de un lado a otro del mapa, para hacer lo que hace la gente, precisamente.
Y luego vuelven sin haberse encontrado a sí mismos, pero encantados de haberse conocido, y dispuestos a seguir engordando el turismhostelero en plan pastelero, una, y otra, y otra vez hasta que la salud y el bolsillo se lo vayan permitiendo… Exáctamente la misma excusa utilizan para amogollonarse en fiestas sagradas o profanas. Pero, la verdad, reconozcámoslo, es que no “desconectamos”, si la palabra desconectar la usamos para para liberarnos de nosotros mismos, claro, ya que tan solo cambiamos unas rutinas por otras. La verdad, resulta justamente lo contrario: cada vez nos atamos más a los mismos rituales, que es el poner distancias con nuestra propia realidad, en vez de aprender a liberarnos de nosotros mismos allí donde residimos y estamos… Lo cierto es que estamos haciendo lo que un ajeno interés quiere que hagamos como si fuera cosa nuestra y hubiéramos descubierto América.
Las personas nos extraviamos en nuestras propias personalidades, en nuestras personales circunstancias, y nos buscamos lejos de nosotros mismos cambiando de paisaje y de paisanaje. En la distancia. Nos hemos hecho una horma de una norma.: si quieres salir de ti, sal de aquí, y nos hemos esclavizado a ese dogma… Yo creo – puede que esté equivocado – que hemos errado (o herrado, según qué cual) aquél viejo axioma que decía que lo mejor para conocernos era “meternos en los zapatos del otro”, y lo que hemos hecho es salir de nuestros propios zapatos para calzarnos las zapatillas y deportivas, y salir corriendo no importa dónde, a cualquier lugar que nos indique Vicente, que es el que va a donde va la gente… Y es que usamos la metáfora en una falsa convivencia donde vaciamos nuestra conveniencia. Me explico: la convivencia más auténtica es donde cada uno está y con el personal con quién se está, no en la de inventados por interesados “caminos”, por mucho que queramos comernos el propio coco nosotros mismos… o con ayuda de otros. Todos volvemos a nuestro lugar de origen, que es nuestro verdadero destino.
Otro axioma no menos verdadero, aunque más desconocido, dice que “uno está donde están sus zapatos”… O sea, no vayas a buscarte al Tibet si te hayas perdido en Matalascañas. Es una metáfora tan metáfora como la de meterse en zapatos ajenos para saber lo que vale un peine… Y las metáforas hay que saber entenderlas para mejor poder aplicárnosla a nosotros mismos. Quiero decir, hablando de metáforas, que actuar de pies juntillas y meterlos en un zapato hecho a interés ajeno, como que no…
Yo fui crío de posguerra, y llegué a llevar unas botas militares heredadas de mi padre. Entonces muchos zagales llevábamos (o nos llevaban) zapatos de otros mayores, hechos por y para otros pies más grandes… Había que meterles en las punteras unos rellenos de trapos, algodón o papel, y aprovecharlos hasta que los agujeros de las suelas fueran socavones impracticables de remiendo alguno. Eso era lo normal de aquella época, y gracias, en que los zapatos, como otras muchas prendas, se pasaban conforme las tallas las iba dejando pequeñas.
Y por supuesto que no aprendí nada por calzar zapatos de otros. Todo lo que aprendí fue por calzar la vida que me tocó; en el lugar donde me tocó, y con todos y cada uno de los que me tocó… Esa es la verdadera, auténtica y genuina enseñanza de base, la que viene de forja, si quieren entenderme. El viajar ensancha las mentes, sí, vale, de acuerdo, da pátina y lustre, y cuánto todos queramos y digamos (yo cada vez lo veo menos en cada vez más gente) y se adquiere perspectiva – si se quiere, ojo – pero exactamente igual esa profundidad, o más, se adquiere leyendo libros… Se lo digo yo que he hecho ambas cosas.
Per estoy de acuerdo con el amigo J.J… Lo que no encontremos en nosotros mismos no lo vamos a encontrar fuera de nosotros mismos; pues no reside en ningún lugar del mundo mas que dentro de nosotros. Ni siquiera está en nuestros zapatos, que los vamos sustituyendo conforme ellos nos sustituyen a nosotros. Lo que buscamos está en nuestro propio ser, en nuestro interior, no fuera, ni en Benidorm ni en el Nepal… Y mucho menos en esa estúpida filosofía con que hoy se viaja. Cada cual, claro puede hacer lo que quiera, faltaría más, pero poner la excusa de la trascendentalidad me parece una barbaridad. Hoy es como envolver una patata en papel de plata.
El turismo masivo y depredador, invasivo y engañador, desenseña más que enseña; destruye más que construye; gentifica más que dignifica, y hace masa de las personas… Es lo que hay, es lo que tenemos, y, lo peor de todo: es lo que queremos. Lo de las vivencias y convivencias – a veces connivencias – es una ristra de morcilla hecha de selfies y postureo con la que petar las redes y nuestro propio intelecto (lo que nos quede de él)… Nadie “desconecta” con eso. Es falso, mentira. Al contrario, está más conectado que nunca a cuánto desconecta de sí mismo. Se adocena más que se libera… Permítanme disentir del consenso. Gracias.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
Comentarios
Publicar un comentario