LAS COSAS DE LOS CASOS

Sobre mi artículo pasado “Mal y Bien”, hecho igual programa de radio, hubo bastantes que insistieron en que siguiera desarrollando la tal Sagrada Historia… Tan unida, por cierto, a la humanidad actual y a sus hechos, o mejor a sus desechos. No dije en ese que, por cierto, el Génesis sí dice que los descendientes de Caín fueron herreros, y enseñaron a los pueblos a forjar, no solo arados y rejas, que también armas, cascos, espadas y “todo instrumento de guerra”… Luego, blanco y en botella.
Sin embargo, por aquellos remotos tiempos fue cuando, del mismo Génesis, se descuelga el misterioso pasaje de que entonces había gigantes en la tierra, y que fue “en aquellos días, y también después, que se llegaron los Hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron hombres valientes que, desde la antigüedad, alcanzaron renombre” (Génesis, 6.4)… Lo que no se aclara es si esos tales gigantes lo eran en talla o en conocimientos, o en ambas cosas a la vez, pero sí que esos “Neffilín” – como se les llamaba – eran “gallardos sin ley”. Esto es, chulos y sobrados, a los que añadir el pecado de soberbia. Algunos autores, como Mercía Eliade, añaden que bien pudieron ser aquellos ángeles rebelados y/o caídos.
Si así fuera, adviertan encima que entonces la evolución humana fue “contaminada”, digamos, por una intervención genetista a las bravas por los llamados “Hijos de Dios”, como entes superiores, que desembocó en lo que comentaba en el anterior de la limpieza de la raza humana por parte del Diluvio Universal…Pero que, según Elíade, “Noé fue uno de tales gigantes, un descendiente de Set, el segundo Abel; un hijo de los Ángeles caídos, pero un hombre favorecido por Dios”…”. Así que el mismo Dios que había desterrado a una parte de sus Hijos sobre la tierra, y no tuvieron otra cosa que hacer que “conocer” en lenguaje bíblico a las mozas de lo que por allí había, luego, después, “vió Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la Tierra, y que todo designio de los pensamientos de su corazón solo era de continuo mal” (Génesis, 6.5), así que les dio puerta ahogándolos con una gran, universal y jodida Dana de las de aquí te espero.
Como verán los avisados, el mismo Génesis opta por llamar Dios en unos casos, y Jehová en otros, ante los mismos hechos… Naturalmente, eso es algo extraño, pero deja una cosa bien a las claras: Dios era una entidad y Jehová era otra, pero no la misma. Es, precisamente, a partir del programado baño general, cuando el segundo, con mando en plaza por lo que se intuye, empezó a autoerigirse posteriormente como “Yo soy Jehová, vuestro Dios”, y a dirigirse así a los que formaron la humanidad a partir de entonces… O fue una suplantación en toda regla, o un simple acuerdo en las alturas, una especie de “ocúpate tú de este gente mientras se aclaran, y tutélalos durante un tiempo en mi nombre, como delegado de gobierno, o así”, o algo parecido a eso… Y de ahí que Jehová desde entonces actuara como dios mismo sin ser el mismo Dios. Y eso nos llevaría a darle un par de vueltas a la máquina de pensar y a un replanteo de cosas y sucedidos.
Así que de ahí lo de “vió Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo el designio de su corazón era de continuo mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho al hombre en la tierra, y se dolió en su corazón. Por eso dijo Jehová: “borraré de la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo, pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. (Génesis, 6:5-7).
Queda definitivamente claro que Jehová tiene corazón, pues “se dolió en él”, y se arrepintió de habernos creado y criado… Por lo que somos creación de una creación de Dios, que se permite el lujo de equivocarse y arrepentirse; una re-creación de Dios, como un recuelo o secuela, si acaso… Y que, de los restos que quedaron de aquel memorable baño, igual se multiplicaron como conejos (eso se aprendió pronto) y estamos los que hoy estamos, pendientes de otras no menos memorables hazañas.
Por seguir la pista un poco, parece ser que Noé, tras tomar puerto, se forró de vino, cogió una cogorza con calorina incluida; que sus nueras agarraron de él lo que pudieron para sus cuerpos; que Jafet se mofó de la jumera del padre, mientras los otros dos se apiadaron de él y cubrieron su desnudez. Nada se dice de la abnegada mujer, una santa, una mártir, sin duda alguna… De Cam vienen los cananeos, y Sem dió nombre a los pueblos semitas. Hasta aquí que podamos contar por ahora.
Lo cierto y verdadero es que de aquellas muy antiguas culturas nació la religión judía, una de las pocas que adoraban a un solo y único Dios (el caldeo Él), exceptuando la egipcia; y de ahí también, de cuyo tronco Abraham, la de los ismaelitas – por Ismael – y la de los agarenos – por Agar – ambos con su Alá… Y de cuya rama judeo-cristiana, mucho más tarde, derivó el Catolicismo con todos sus ísmos y parentelaje… Jesús, el Cristo, sí que fue un avatar evolutivo que vino a rescatar al ser humano de su suprema ignorancia, pero quedaron unas pocas semillas en la tierra, y otras, ocultas y secuestradas, por las iglesias que lo sustituyeron; y que vinieron a adquirir poder y riqueza en nombre de a quien crucificaron.
Por todo ello que seguimos, poco más o menos, igual que hace dos mil años, que también como hace seis mil u ocho mil, o cincuenta mil… que es lo que lo mismo decía un servidor en ese artículo del que ha devenido éste, por petición de cuatro lectores locos (no sé si decir seguidores)… Yo creo – y no me lo tomen a cuenta – que no hemos salido aún del episodio de lo de Babel, en el que queremos lo que aún no nos merecemos, y donde no nos entendemos entre nosotros, porque cada cuales hablan con y de intereses (lenguas) distintos. Estamos tan confundidos entre nosotros mismos, que ni siquiera somos capaces de pensar con lógica, ni con razonamiento alguno; ni siquiera conseguimos juntar el mínimo y más escueto sentido común… Pues ni esto es común, ni tampoco tiene sentido alguno. Lo único bueno es que el tal Jehová prometió con el número del arco iris no volver a castigarnos con aguacero… Pero hay otras maneras.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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