PARECE QUE NO ES LO MISMO

 

Existe por ahí un informe elaborado por una periodista e investigadora de prestigio, una tal Gioconda Belli, del que se ha hecho eco mi admirada Carmen Posadas, en el que analiza el cambio de paradigma que se está llevando a cabo sobre las relaciones hombre-mujer, que se titula “Entender al Hombre Amenazado”, y que me ha llamado bastante la atención, aparte la originalidad de sus conclusiones… No me resisto a compartirlo con ustedes, si me dan la venia, ya que nos lleva a una reflexión nada baladí.

Dice esta mujer que este movimiento de igualdad, un esfuerzo que apoya incondicionalmente, no deja de tener sus puntos oscuros que distorsionan la relación inter/sexos, a la vez que condiciona al hombre en concreto, y no se corta en advertir que “ignorarlos solo trae consecuencias negativas, agravios comparativos y malentendidos” (menos mal que es una dama quién los señala, y no un varón precisamente). Y pone un par de ejemplos, que ella califica de sobresalientes, entre otros menos importantes:

Hoy en día, el 44,8% de los hombres – afirma – piensa que las políticas de igualdad han desplazado sus derechos y deberes ante la ley. Muy en especial los recurrentes a las denuncias de carácter abusivo y/o sexual, en los que, en demasiados casos, basta la palabra de la mujer, sin la menor prueba objetiva de ello, para que se produzca una detención, encarcelamiento y estigmatización, que hace que el acusado se convierta en culpable hasta que se pueda demostrar lo contrario… muchas veces; incluso sin que llegue a demostrarse la inocencia o culpabilidad del acusado.

Esto es desgraciadamente cierto… En mi larga experiencia de Juez de Paz de mi pueblo, he podido conocer de primera mano bastantes casos, incluso de irreprochables amigos míos: maestros, taxistas, obreros, autónomos, incluso abogados, que han sufrido una discriminación acusatoria sin la menor prueba, por acusaciones de una alumna vengativa, de una clienta abusiva, de una mujer chantajista, de una esposa despechada, y un etcétera demasiado doloroso de exponer… El machismo doloso existe, nunca lo negaré, pero puedo afirmar que igual existe lo contrario llegado el caso, salvo que, en tales, desgraciadamente, la justicia no es igual para todos que para todas.

Otro de los ejemplos negativos que señala Gioconda Belli es lo que, para ella, supone el “factor más sensible”, y es el que, cito textualmente, “ha inclinado la balanza contra el feminismo: el que se refiere a las nuevas normas vinculadas a la intimidad de la sexualidad; el llamado “sí es sí”, que – prosigue – aplicado a un área donde el amor y la pasión no se suceden linealmente, hace que se llene de interrogantes las relaciones naturales”… No puedo estar más de acuerdo con esta apreciación, y creo, evidentemente, que contribuye a hacer más profunda la “sensación de amenaza que perciben los hombres”, como subraya Carmen Posadas también sobre el tal parecer… Yo, simplemente, me uno a ellas en ese mismo sentido.

En este segundo caso, a mí, personalmente, lo vería hasta cómico, si no fuera porque, en realidad, resulta patético… El que, en una relación sana entre hombre y mujer que se atraen haya que ir avalado por un contrato tácito y privado de acuerdo entre las partes – a saber si con notario por medio –  me parece un auténtico sinsentido. Aparte de que se presta a un riesgo constante para el hombre: una mera insatisfacción; un simple chantaje; un sacar tajada de la ocasión; una vulgar venganza… Aparte, claro, de la desnaturalización del acto en sí mismo. Por supuesto, tómenlo tan solo como una opinión muy personal.

La conclusión a la que llega Belli es un tanto preocupante: “a la vista está que esta postura, intransigente y ultramontana, con respecto al sexo no femenino, lo único que consigue es que cada vez más hombres se hacen seguidores de partidos intransigentes y misóginos que encuentran entre los que se sienten amenazados un muy suculento caladero de votos”… Naturalmente que los falangistas y camisas pardas, si llegan al poder, se van a pasar todo esto por la gola, y van a poner la violación a la altura de sus ejercicios espirituales. Ojalá y no lleguemos a verlo.

Yo a esto lo llamo “la Ley del Péndulo”, si bien está basado en un principio físico, ya saben, aquel que dice: “a una fuerza determinada ejercida en un sentido, siempre se opone otra de igual intensidad en sentido contrario”… La cuestión reside en el equilibrio. Si se rompe el término medio; si se altera el fiel de la balanza, aparecen los extremos, y ninguno de ellos, ninguno, son positivos, sino más bien negativos, en ambos casos y sentidos.

Pero resulta muy curioso – lo digo por la observación de la citada investigadora – que el auge de la ultraderecha coincida en el tiempo con el también auge del feminismo más desproporcionado; así como también el nacimiento de ambos movimientos fueran simultáneos. Tan solo lo señalo aquí porque un servidor cree más bien poco en las coincidencias, y soy más de causalidades que de casualidades… Sea como fuere la cosa, el caso es que todo lo que hemos ganado en el correcto y de justicia entendimiento de la igualdad, lo podemos perder por querer pasarnos de la raya en cualesquiera de ambos sentidos.

El ser humano aún tiene como asignatura pendiente la Ley de Causa y Efecto, casi que en todos los aspectos de su existencia en este jodido y dolido mundo que nos hemos hecho, y del que estamos a punto de deshecho… La relación de pareja, como la de entre hermanos, es la más antigua de la humanidad, y parece que aún estemos en los prolegómenos, entre la quijada y el diálogo… A ver si aprendiéramos de una puñetera vez por todas.

        Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

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