LOS TIEMPOS
Me abordan un par de amigos en las pasadas navidades: “felices pascuas, y un próspero año nuevo”, me dice uno al modo tradicional… “buen presente y mejor futuro”, me dice el otro usando una novedosa (y muy ecléctica) fórmula. Al fin y al cabo, ambas maneras transmiten lo mismo: buenos deseos para el hoy y para el mañana. Pero el segundo, la verdad, es que dá para una buena reflexión, así que, mientras nos liamos sendos cafés, me permito filosofar un poco, aunque se me quede dentro más de lo que, en ese momento, solté. Me permito desarrollarlo aquí, si ustedes me lo permiten, claro.
Lo cierto, si se fijan un poquico, es que se le otorga al presente y al futuro un valor de esperanza, pues ninguno de ambos tiene una existencia real. El futuro, porque aún está por llegar, así que no existe. Y el presente, porque es tan efímero que se convierte en pasado a poco que te descuides. No sabemos lo que vá a pasar dentro de una hora, pero es que, lo que en este mismo momento está ocurriendo, dejó de ser futuro para convertirse en pasado en un tris, así que… Lo único cierto es el pasado, o sea, lo que se ignora en esos buenos deseos formulados es lo que menos podemos ignorar, ya que es lo único real. De hecho, aunque el presente obra el futuro, también es una máquina de fabricar pasado. Será toda la incongruencia que se quiera, pero es así. Digamos entonces que es una aparente incongruencia…
…Pues, aparentemente, el ser humano se está labrando hoy un futuro de grandes logros y ventajas, por un lado; pero el propio ser humano se encarga, a la vez, de jorobar esos logros y de zancadillear esas ventajas, y esos, también aparentes, buenos deseos… Esto es: usamos los tiempos para hacer lo uno y su contrario, y jodernos a nosotros mismos. A lo largo de toda la Historia hemos conseguido grandes avances al mismo tiempo que hemos retrocedido en lo moral. Por ejemplo, apenas descubrimos la reacción nuclear en cadena, destruímos Hiroshima y Nagasaki; y aún tiranos locos, como Putin, se permiten fabricar y amenazar con bombas atómicas…
En verdad, el mundo está amenazado por sus propios inventos e inventores. No somos capaces de dejar el cainismo a un lado y emprender juntos la senda de la solidaridad y la tolerancia. Desde el hacha de sílex de aquél del taparrabos a la bomba H de aquél otro del Enola Gay, nos hemos apuñalado a nosotros mismos. Siguiendo la misma línea del ejemplo, recién en EE.UU. se ha logrado un inmenso paso, que pudiera ser un salto evolutivo para toda la humanidad: me refiero a lo de la Fusión Nuclear. Una energía limpia, no contaminante, barata, pues se necesita menos energía para producirla que la que libera; es prácticamente gratuíta, y además, ilimitada, dado que una minúscula porción de materia se traduce en una fuente incalculable de energía… Los que me siguen, me habrán leído docenas de veces lo del movimiento entrópico del universo, ¿a que sí?, e esa entropía contínua en el estado de la materia y la energía. Pues bien, en eso, y no en otra cosa, se basa la fusión nuclear. Nada se inventa, todo se descubre.
Así que estamos a las puertas de solucionar (casi) todos los males del género de humano… si queremos, claro. De acuerdo. Ahora veremos, con este descubrimiento trascendental en las manos, lo que hacemos. Si utilizamos el sílex para alimentarnos los unos a los otros o para rompernos la crisma esos unos a esos otros, reproduciendo así el ciclo nunca abandonado del uso fratricida de nuestros avances. Primero, acaparar el descubrimiento; segundo, ponerle precio – impuestos – a lo que regala la naturaleza (como se está haciendo con la solar); tercero,usarlo para ejercer el poder y el enriquecimiento de los unos sobre los otros; cuarto, mover guerras por su control, si fuera necesario.
Con lo que la ciencia nos está poniendo en la bandeja de las ofrendas desde que el mundo es mundo, el tal puñetero mundo se habría convertido en un paraíso para el género humano, piénsenlo… Pero todo se está usando para que unos pocos sojuzguen y esclavicen a unos muchos. Desde la producción de alimentos, a la de medicinas, pasando por la de energía. Hasta el agua – que se dice es de todos – ya cotiza en bolsa… Sí, pueden llamarme pesimista, pero no embustero.
Así que, cuando me felicitan el futuro, me pregunto: ¿cuál?.. ¿el que nos estamos labrando en el presente?.. No, gracias, ya me lo conozco del pasado. Einstein establecía que no existía ni el pasado ni el futuro, y que todo era un “presente contínuum”. Pues bien, vale, entonces este solo y único presente nos muestra, inequívocamente además, lo que ha podido ser y no ha sido, y si aún podrá ser lo que debe ser. Porque lo que está siendo, es en lo que nos estamos convirtiendo… ¿Dice usted que no?..
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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