OPOSICIÓN INÚTIL

 

(de Babelia)

Aristóteles fue, quizá, el primer físico nuclear de la historia. Allá, en la antígua Grecia, formuló que todo el universo se componía de la interacción de los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego, que eran los únicos fenómenos entonces visibles y comprobables. Pero su intuición (no existían microscopios, evidentemente) lo llevó a asegurar que todo estaba formado de partículas minúsculas e invisibles, a las que llamó “Átomos”, que en griego significa literalmente “indivisibles”. Como los críticos de entonces lo pusieron a parir por la falta de pruebas palpables y objetivas, uno de sus más adelantados alumnos, Demócrito, lo demostró de forma indirecta, por la puerta trasera: no se podía ver cómo se formaba la naturaleza, pero sí se podía apreciar cómo se desgastaba. Piedras, vegetales, metales, carne, o cualquier otra materia. Se adelantó más de dos milenios a la definición de “Movimiento Entrópico” universal… ¿A que acojona?.. Pitágoras fue también un precursor adelantado a la muy actual “Teoría de Cuerdas” de la llamada Física Quántica.

Todo esto fue, claro, mucho antes del cristianismo y mucho más de su deriva al catolicismo… Después, los genios científicos también fueron avanzando y descubriendo cosas, detalles, si bien que ya con el freno de mano echado por la Iglesia Católica. Por ejemplo, Johannes Képler fue uno de los primeros en exponer los movimientos planetarios a través de las matemáticas puras, pero eludió las iras de la Sancta Institutione por ser consejero privado del emperador Rodolfo II, que si no, se le cae el pelo. Ya saben que Giordano Bruno no tuvo protección, y miren lo que le pasó: procesado por herejía fué atado y amordazado (para que no hablara), paseado desnudo por las calles de Roma, y luego, por si había cogido frío, lo quemaron vivo. Y eso que antes, el pobre había pedido cuartelillo.

¿Qué cual fue su delito?.. Dijo que había planetas que giraban alrededor de otras estrellas – soles – en los que podría albergar algún tipo elemental de vida. Esto es, se adelantó a aventurar la existencia de otros sistemas solares ajenos al nuestro… También Galileo, inventor del telescopio y padre de la ciencia experimental, se libró de las iras eclesiales, porque, en el último instante, se comió las tripas y se retractó, aunque por lo bajini soltara su muy famoso: “e puor si muove”. No obstante, se le arrestó y aisló en su casa, se le prohibió toda visita, se le negó la asistencia médica hasta quedarse ciego, y murió en una denigrante e inhumana soledad, roto y abandonado de todo y por todos.

Afortunadamente, no sabemos si es porque los hados, o las hadas, o por la razón de qué ventura divina que se salta a los inquisidores y censores de sus Iglesias, el mismo año en que dejó este mundo Galileo, la providencia hizo nacer en el mismo a otro genio precursor del adelanto de la humanidad: Isaac Newton… uno de los más grandes científicos que han aterrizado en este mundo (quizá la gran suerte es que haya nacido bajo la iglesia anglicana), mucho, muchísimo más tolerante, que la católica, en ésta como en otras materias, que el solio romano.

Pero no todo se reduce a la persecución solo de estos pocos ejemplos. Se amplia igual a la medicina (Miguel Servet), como a cualquier rama de la ciencia y la investigación, y a cualquier época o lugar. Recuerden la moderna condena a Stiffen Hawkings por su teoría del Big-Bang, o su oposición cerril ante los avances en biología, entre otras muchas cosas. Lo que pasa es que, gracias a Dios precisamente, hoy carece del poder temporal y político de cortar cabezas, y no existe el brazo secular que ejecute sus condenas inquisitoriales. Esa es la gran, enorme y decisiva diferencia. Pero, cuando lo tuvo y lo utilizó, la Historia es testigo de sus desmanes.

Muchas veces me he preguntado por los motivos, ocultos o no, que puede tener esa Iglesia para oponerse tan enfermiza y radicalmente a cualquier avance científico, y/o de cualquier apertura de pensamiento al conocimiento: desde la Teoría de la Evolución darwiniana, a la experimentación celular y genética, pasando incluso por el principio activo de las vacunas. Pero a lo que se refiere a los innegables avances en física quántica, por ejemplo, relatividad o sistemas de partículas, la oposición frontal es brutal y terrorífica… y sin la menor explicación ni razonamiento lógico para justificar su fanatismo. Como hace quinientos años: simplemente porque sí, porque yo lo digo, por puro y duro dogmatismo.

Y eso siempre me ha llevado a una sola y única respuesta: le tienen terror a las verdades científicas palpables y demostrables, que acerquen a la gente a una respuesta congruente y razonada de Dios. Y es así, porque, llegado ese día, en que la lectura de la energía inteligente del universo se pueda interpretar, toda jerarquía humana instituída sobre dogmas inexplicables de un Dios en exclusivo patrimonio, caerá por su propio peso.

Y llegado ese momento, cuando a ese mismo Dios no lo pueda enjaular ni etiquetar nadie en base a falsas fés, la oligarquía teocrática deberá disolverse, y desaparecer en la inevitable mecánica de la entropía universal… Y que ya Demócrito, tan solo que en base a sus observaciones, se encargó de enseñar y señalar… De ahí el miedo y la cerrazón… y las inútiles por irracionales condenas. Todo poder se disuelve en sí mismo y por sí mismo. Lo dijo el propio Jesucristo… búsquenlo y lo encontrarán.

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

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