VOCACIÓN O ELECCIÓN

 

Hace unas semanas leí una entrevista en LV-2/9 que, al menos yo la calificaría de insólita… Un chaval de apenas 35 años, que es de profesión – yo lo llamaría dedicación – “influencers”, o lo que fuera eso que fuese (reconozco mi ignorancia al respecto), pero que tiene un seguimiento instagramero de 650.000 enganches y todo eso. Vale. Pero lo realmente insólito del caso es que se declara, “urbi et orbe”, que “quiere ser santo”, así, sin paliativos, tal y como suena.

Así que se despide de las redes sociales con el anuncio de que ingresa en el seminario, así, sin más… Pablo García, que así se llama el aspirante a tener un día en el almanaque, dice que “solo sé que Dios me ha elegido y me ha dicho que tome ese camino”. No voy a ser yo el que desautorice tales declaraciones, faltaría más. Pero sí que me voy a permitir, con el permiso de él y el de todos ustedes, hilvanar unas cuantas consideraciones a tal respecto: una es que me llama la atención lo de “ser elegido”. Es que no es lo mismo a “ser llamado”, que es lo que suele decirse… Ya saben aquella cita evangélica de “muchos son los llamados, pero pocos los escogidos”. Es como el saltarse un peldaño de la escalera, no sé…

Otro punto es que se puede ser santo sin ser cura. De hecho, casi ninguno de los del santoral han hecho esa “mili”, y pocos, muy pocos, de los del sacerdocio, han alcanzado la santidad, sin que esto menoscabe el oficio de esa llamada, por supuesto… Es más, según lo que tengo leído de teología, toda la especie humana está llamada por Dios a ser santa, lo que pasa es que la Iglesia, que es la que otorga el Diploma, lo hace siempre según sus intereses, que no siempre son los intereses de Dios por cierto, aunque se otorgue a sí misma la representación exclusiva en este mundo… y en el otro.

Es que lo de la santidad es un concepto que escapa al pensamiento humano y que transciende cualquier consideración… Yo creo que los parámetros que los católicos tienen para otorgar el título que sella la curia son tan estrechos que difuminan el sentido atornillándolo a la ortodoxia y al dogmatismo que la propia Iglesia establece, y eso no es muy fiable que digamos. Netanyahu, por pésimo ejemplo, está fabricando santos a miles, aunque sean de otra religión. Pero es tan solo que mi personal y particular opinión, claro. Dice este muchacho que le contestó a la tal llamada: “Señor, si es lo que tú quieres, yo también, aunque humanamente no me apetezca”. Una contradicción muy humana, por cierto. Es como si la voluntad se escindiera en lo uno y su contrario, porque el apetecer empuja al querer, al desear, y no al revés. En su caso se puede interpretar como que su voluntad se impone a sacrificar lo apetecible, y eso hay que respetarlo en lo que vale, naturalmente.

Termina su entrevista con una frase de enorme corrección: “Acabaré donde el Señor quiera”, dice… Y dice bien, o diría bien, si nos saltamos un detalle de gran envergadura teológica, y es que ese mismo Señor – salvo que sea otro Señor – nos creó a todos con Libre Albedrío. Y esto tiene tela que cortar, amigo mío. Vamos a ver, y ustedes sepan perdonar mi osadía, si ha de ser lo que Dios, o el Señor, quiera, deja de ser lo que nosotros queremos, por lo que la misma divinidad que nos dotó de libre elección se desdiría a Sí misma imponiendo la Suya sobre la nuestra, lo cual vendría a ser un contrasentido. Digo más: es un dios que se parecería más al antiguo Yahvé que al Dios/Padre que nos vino a rectificar Jesucristo… Y a eso habría que echarle, al menos, una pensadica sobre que, en definitiva, ¿a qué Dios venimos a servir?..

El dios católico antiguotestamentario intenta imponer su voluntad por todos los medios a su alcance (“Yo soy Jehová, tu Dios”), pero el Dios cristiano neotestamentario respeta la libertad de acción humana y la somete a su propio aprendizaje por la experiencia. Somos nosotros los que cosechamos las consecuencias de nuestros actos; somos nosotros los que elegimos hacer o deshacer; somos nosotros los que nos imponemos las cadenas del tiempo a nosotros mismos bajo la Ley de Causa y Efecto, mientras Dios, el Dios de Jesús, se limita a observar y esperar desde su eternidad (“Mi Reino no es de este mundo”)… No es otra cosa que el pálido reflejo de la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein… que, por cierto, dejó de ser teoría para pasar a ser certeza, pura realidad. Nosotros, a la postre, somos lo que nos imaginamos ser, pero no lo que en verdad somos.

Suelta el influencer devenido en seminarista: “voy a vivir la vida que Dios pensó para mí”… Esa afirmación, casi impecable, es la que más se acerca a la posible verdad, aún a nivel inconsciente, pues, si en vez de decir “para” hubiera dicho “por”, habría incurrido en el error de bulto citado anteriormente, ya que ese tal Dios no desea pensar Por parte de nadie, sino Para todo ser creado que ha de aprender en sus caminos libremente escogidos de este puñetero mundo.

Lo que ocurre, y soy consciente que aquí es donde se complica la cosa, es hasta qué punto podemos estar seguros de que ese Creador primigenio y absoluto está pendiente de nuestros problemas personales de cada quisque, a la vez que buscando el Plan General diseñado para su Obra, en el que se ajusta el total de la humanidad, para que todo y todos llegue a buen término… No sé si sabré explicarme para que ustedes me comprendan. ¿Importa más el Todo que las Partes, o una sola parte puede influir en el todo?.. ¿hasta dónde podemos exigir atención individual por encima de lo colectivo?.. ¿es compatible lo uno con lo otro?.. ¿No es una aspiración abusiva por mi parte el esperar que Dios se ocupe de todas y cada una de mis cuitas, cuándo el mundo está hecho un total desbarajuste?..

Está claro que yo no tengo la contestación. En este punto y lugar solemos cometer el error – también muy humano, por cierto – de pensar que Dios también piensa según nuestra lógica; y aquí es donde damos el cambiazo de hacerlo a Él a nuestra imagen y semejanza… Y eso sí que es caer en la tentación facilona de supeditar su omnisapiencia a nuestra insuficiencia. Y eso sería poner el carro antes que las mulas… Un muy amigo mío muy cura, por cierto, me dijo hace muuucho tiempo que “a lo mejor Dios está jugando a dejarse imaginar por nosotros, a ver quién se acerca más al guá”… Y yo digo que bueno, que puede ser, que ¿porqué no?.. Y aquí estamos todos compitiendo entre el resto de todos a ver quién la caga más y peor…

Por eso que me sienta inevitablemente atraído por ese tipo de llamadas “electivas”, que no quiero entender como “selectivas”… Su ingenuidad me enternece en la misma medida que me desconcierta. Así que mire, “me confieso padre que…” (ponga cada cual el pecado), y la penitencia, ya de paso, si son tan amables.

        Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

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