CATARISMOS

 

Estoy buscando “El Libro de los dos Principios”, lo que podríamos llamar con toda propiedad La Biblia Cátara, pero no hay forma de conseguirlo… “No consta”, o “Descatalogado”, o “Desconocido”, son las etiquetas que te encuentras… Lo cierto y verdad es que no sé si tales pegatinas son verdad, o heredadas de la Historia,., o si es que la persecución católica desatada por Inocencio III a modo de Cruzada, hace más de 800 años, aún dura como tapada censura, por esas imprimidurías de Dios y del Diablo. El caso es que, sea como fuere, son efectivas hasta dónde alcanzan sus anatemas y prevenciones.

Algo tuvieron que tener aquellos Bonhomes que predicaban la bondad y practicaban su único sacramento, el Consolamentum, como para desatar la sanguinaria aniquilación que la Iglesia (muy católica pero nada cristiana) decretó junto al entonces rey francés con que se repartió los despojos, Luís XVIII, y que asolaron todo el Languedoc francés – lanque d´Oc – , esto es: toda la Occitania, hasta su último baluarte en Montségur… Simón de Monfort, su brazo armado y ejecutor, cumplía ciega y literalmente las órdenes vertidas por el legado papal, Arnaldo Amalarice, con sus instrucciones precisas que dio por escrito: “acaba con todo hombre o mujer, sea viejo o niño, que Dios ya reconocerá a los suyos”… Todas las ciudades y reductos (Narbona, Carcasona, Beziers, Toulouse, Minerva…) fueron pasadas a sangre y fuego y exterminados sus habitantes, sin el menor signo de caridad.

Esa es la puñetera y verdadera Historia, diga lo que diga – que poco dice – la Iglesia a tal respecto… Se justifica con que eran “herejes”, a pesar de que creían en Jesús y en su Evangelio; pero, claro, negaban al Papa nepótico, y criticaban las riquezas acumuladas por el Vaticano y su corrupta Curia; la depravación del clero, etc… (Igual hoy siguen acumulando propiedades y riquezas, y la corrupción curial es igual de patente, dicho sea de paso), aunque los Papas sigan pisando, y pasando, de puntillas, por aquellos sangrientos sucesos y genocidas acontecimientos, de los que aún no se han dado los hipócritas golpes de pecho… al menos, que yo sepa.

El pecado – o acierto – de los Cátaros, también conocidos por los Albigenses, es que creían en ese par de Principios que cito en mi primer párrafo: la creación de Dios, un mundo perfecto y espiritual, inmaterial, al que pertenecía el alma humana; y la creación de un mundo imperfecto, material, creado por el propio Diablo… Vale, según ustedes, así, a bote pronto, ¿a qué mundo creen que se referían al creado por el demonio?.. ¡Bingo!, han acertado de lleno en buena mayoría. Tan solo hay que echarle un somero vistazo a ese mundo y entrever su estructura y sus tejemanejes. Si esto es creación directa del Dios perfecto, entonces habría que dudar de la perfección del tal Dios. Más bien parece la obra del Otro.

Yo más bien diría (y no deja de ser más que una opinión personal) que, como mucho, esta Creación de la que formamos parte activa, sería más una creación indirecta que directa… como de retruque. Una especie de “subcreación”. Algo así como hacer cierta vista gorda para que el luciferino Satanás se entretenga en una mala imitación, y ya, aprovechando que el Aqueronte pasa por el infierno, que sea como una especie de dura academia de enseñanza, donde adquiera experiencia toda alma individual. Solo para que cada cual sepa lo que vale un peine.

Tampoco estarían tan desencaminados… Yo participo en las creencias de los cátaros  con la parte en la que creen que los que aquí nos batimos el cobre somos los herederos de aquellos renegados demonios, que, envueltos en su propia obra material, ahora nos la vemos y deseamos para salir de la trampa saducea que nos hemos construido; y que, por la inmensa misericordia del auténtico y genuino Dios, tenemos la oportunidad de, conociendo el percal y abjurando de tal castaña, poder salir del atolladero en que nos hemos metido por propia voluntad y mal-utilizando el Libre Albedrío que nos fué concedido.

El papel que juega la Iglesia en esto, según el catarismo, es la de aliada del demonio, que le hace el juego participando de lo peor del poder que el tal satánico personaje le concedió; y ocultando y tergiversando el Mensaje del Evangelio de Jesús, el Cristo… Tampoco le falta cierta lógica a aquesta teoría. Mientras la Católica defiende el Antiguo Testamento, los cátaros abominaban de él, puesto que se basa en que Yahvé es un dios-demonio, celoso, vengativo, sangriento y cruel, el que parece que aún nos tiene bajo su mando; y no el Padre amoroso, justo, comprensivo y perdonador del que vino a darnos fe Jesucristo.

Porque en eso sí que coincido: en que Jesús vino a redimir al desgraciado del género humano condenado por Jehová, dándole un impulso a su más atrasada consciencia para indicarnos el camino recto, y no torcido, esto es: la evolución correcta. El desapego de las cosas materiales (creación del jodido maligno) y la entrega a las cosas espirituales, que es la verdadera Vida, al fin y al cabo. Camino, por cierto, que la Iglesia no está por “seguir”, pero se afana en el “conseguir”.

El ”mi Reino no es de este Mundo” es la más clara y perfecta declaración de que este mundo no es más que una puñetera cárcel. En este sentido se acopla muy bien el significado de “penitencia” al de “penitenciaría”… Y si no es SU mundo, tampoco debe ser el nuestro, por mucho que nos empeñemos en merecerlo, que sí, que ya lo creo… Todo es cuestión de tiempo; un tiempo que hemos creado por y para nosotros, pero que para el Dios de verdad no existe, porque no está en “Su” naturaleza. Tan solo reside en la nuestra, y mientras nos empeñemos en andar el más jodido y empedrado camino… Me caen bien los Cátaros. 

Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com

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