MÁS ALLÁ DE...

Un entrañable amigo que sufrió la terrible experiencia de despedirse de su esposa tras haber pasado un tiempo en coma, me confesó que estaba empezando a creer en lo que nunca había creído, y me hizo una pregunta: “¿dónde pudo estar mientras no daba señales de vida?”.. Solo pude contestarle vagamente, claro: “en algún lugar del que desconocemos su existencia”. No le supe poner nombre a lo que yo mismo desconozco, aunque crea creer, o aunque quiera creer, en aquello que, al menos aparentemente, supera tu propio pensamiento… Hay una cosa cierta, al menos, y es que el cerebro es físico, pero lo que llamamos Mente, no lo es.
Pasó algún tiempo sin que se me fuera de la cabeza: ¿dónde están los que viven en estado vegetativo, pero no están?.. Hasta que me tropecé con los resultados de un investigador, un científico norteamericano, Alexander Batthyani, que estudia ese mismo fenómeno. A esto se le llama “Sincronicidad”, esto es, lo que guardamos como casual, el tiempo lo convierte en causal; quizá la causa que te provoca una pregunta, acaba provocando un “chispazo casual” que tratan de contestarla. Es lo que creo que me pasó a mí; que me quedé pendiente de la respuesta hasta que me llegó en esto que ahora comento.
“Cerca de la muerte, las reglas de nuestra mente cambian”, asegura este científico. Personas que llevan años padeciendo demencia, daños neurológicos irreversibles, alhzéimer, ictus prolongados, comas cerebrales, asegura, recuperan unos instantes antes de fallecer la conciencia, y ese ¿por qué? es a lo que ha dedicado su vida a investigar esta persona, y se ha convertido en una de las voces más relevantes en el estudio contemporáneo de la mente humana.
Y dice: “poco antes de morir, estos pacientes recuperan la conciencia en un breve intervalo, hablan con claridad o se expresan mediante señales. Su “Yo” parecía haber desaparecido, pero estaba en alguna parte, aunque nosotros no lo viéramos”… Lo llama “lucidez terminal”, y afirma que existe documentación exhaustiva sobre ello, pero que nadie se ha preocupado de investigarla a fondo… Lo cierto y verdad es que eso supone meterse en unas profundidades incómodas para muchos profesionales, pues se trabaja en base a hipótesis. “Los que trabajan en cuidados paliativos conocen bien el fenómeno. Lo ven cada día. Pero fuera de ese entorno cuesta hablar de ello”, declara sin cortarse un pelo.
La cuestión es que medicalizamos a, desde, y a través de la materia, lo orgánico, los tejidos, el cuerpo, en definitiva. De hecho, la neurología es una rama joven de la medicina que apenas comienza a arañar la superficie de lo que es el cerebro y su función, un órgano físico al fin y al cabo… Lo que pasa es que se está encontrando con unas “conexiones” externas con “lo invisible” que no esperaba. La psiquiatría puede ayudar, pero ayuda poco, pues está acostumbrada a las tesis de los comportamientos humanos investigando las causas en los aconteceres históricos de los individuos. Y hasta ahí puede valer. Pero cuando traspasa la barrera material, se patina más que sobre una cáscara de plátano.
Nuestro buen doctor está absolutamente convencido de la existencia de un “área” extracerebral e intemporal, que es donde “residen” las entidades de cuyos cerebros han dejado de funcionar por algún motivo traumático o de enfermedad. No puede probarse – reconoce – pero puede comprobarse a través de hechos palpables y cognoscibles. No se conocen las causas, pero se conocen sus efectos… “y el no reconocerlos es nuestro defecto”, afirma categóricamente. Pues bien, en esas estamos, y eso es lo que tenemos.
Lo que pasa, mis queridos amigos, es que eso mismo es un punto de… digamos “conexión” entre el universo material y el universo espiritual, por no salirnos de la propia ciencia (la que llamamos quántica), y que viene a relacionarse, para bien o para mal, con los dogmas religiosos de cada cual o cada cuala… Si aplicamos el sentido lógico, le pongamos el nombre que le pongamos, habrá que reconsiderar lo que conocemos por “Alma” personal, a fin de buscarle una ubicación racional dentro y/o fuera del plano físico… Está claro que si “vuelve” tiene que volver de algún lugar, y si se expresa, es porque tiene conciencia propia de sí misma, independiente del cuerpo que habita… o está dejando de habitar. Aconsejo también a este respecto las obras y conferencias del Dr. Sans Segarra sobre la “Consciencia”.
El reto de la ciencia es tremendo, y los hombres como Alexander Batthyany son valientes que arriesgan su prestigio y carrera profesional por lanzarse a investigar estos campos de conciencia… Pero sus primeras impresiones son positivas, y sus declaraciones muy esperanzadoras, se sea creyente al uso, o no se sea. Esto sobrepasa en mucho las propias creencias de cada cual, todas ellas condicionadas a sus propios dogmas, fes, o credos… La paz interior que otorgan tales constataciones valen más que las propias religiones.
Me hubiera gustado decirle a mi amigo todo esto de lo que me he enterado y ahora sé… Pero, al fin y al cabo, mi contestación, aún pobre y limitada, tampoco iba tan descaminada… En algún lugar estuvo, mientras esperaba el momento para despedirse y daros las últimas recomendaciones, mi buen y querido amigo; y si estuvo en ese lugar, sea el que fuera, es que hay un lugar, quizá que infinidad de lugares, más allá de nosotros mismos, seamos lo que seamos estos nosotros mismos… Y eso quiere decir que ella sigue “estando en su existencia”, que está más allá de la vida… Y me alegro, me alegro mucho, muchísimo, que mi amigo empiece a creer en la posibilidad que antes no creía…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / miguel@galindofi.com / www.escriburgo.com
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