HISTORIES

 

Me gusta mucho Asturias, o Asturies como ellos la llaman,,. como tierra y paisaje, y también su paisanaje; aunque vayan un poco sobraditos de estirpe – o así me lo parece a mí – pero acogedores y buena gente… Varias veces me he dejado caer por allí, y siempre he regresado satisfecho de mi estancia e insatisfecho del poco tiempo de la misma. Me parecen montañeses de buena ley y personajes de buena grey. Si digo esto antes de seguir con este artículo es para que no se tomen a mal el contenido del mismo, que, al fin y al cabo, son cosas de la Historia.

Y la historia contada es que allí, en Covadonga (cueva longa) comenzó una Reconquista que iba a durar un par de siglos largos el completarla, cuando los sarracenos se jamaron la península en un par de años; pero esto, claro, se suele soslayar por un equivocado patriotismo vestido de patrioterismo cada vez que nos la han contado, y cantado, en los llamados “libros de texto”. Algo que aún no he logrado entender el porqué se les llama así, pues todo libro está hecho de texto, no solo los dedicados a la enseñanza oficializada… digo yo, claro.

Y lo contado sobre la heroicidad de Pelayo (Pelagio para unos y Godo para los árabes) y su fidelidad a su tierra patria, aún siendo verdad, no todo es como se cuenta. De hecho, se omite la realidad una buena parte para hacer de la parcialidad un arte… Por ejemplo, don Pelayo, de principio, era uno de los muchos hacendados – luego movilizados – tributario del rey moro de turno a través de su walí en la zona (gobernador), un tal Munuza, compañero y camarada de Tariq, el que saltó el estrecho para zamparnos, y, además, encima, amigo personal de Pelayo… No me lo invento yo, se relata en la “Crónica Albedense”, como también se describe en las “Crónicas de Alfonso XIII”, entre otras cuántas más.

La realidad real del sucedido fué que el asturiano tenía una hermana, Ermesinda, que estaba como para tomar pan y mojar, de la que se prendó como un ceporro el tal Munuza… Así que mandó a su colega Pelayo a hacer unas gestiones al califato de Córdoba, de donde dependían, mientras él ponía sitio y ponía en su sitio a la tal Ermesinda, hasta que venció el bastión, naturalmente… “Sororem Pelagii copulavit”, narra la tal crónica del hecho consumado. Así que cuando volvió el hermano y se encontró la honra quebrada, montó en cólera y se tiró al monte con no llegó al centenar de voluntarios.

Por eso mismo que, para tan poca cosa, Munuza delegó en su lugarteniente, un tal Al-Quama, para que diera caza al levantisco y lo metiera en cintura, o si no, que lo apiolara directamente (Crónica Rotense); y ahí es donde comenzó a gestarse la gesta – permítanme lo repetitivo – que, por cierto y dicho sea de paso, se recoge en el Poema de Fernán González, y es citado como verídico por Menéndez Pidal; pero no habla específicamente de Covadonga en modo alguno, tan solo de un “cañón montañoso”, donde, para demérito de don Pelayo, pusieron a las huestes sarracenas de tontolhabas p´arriba: “Quantas saetas tiraban, ni a él ni a sus gentes non llegaban / tan iradas como iban, tan iradas tornaban / si non a ellos mismos / a los otros no mataban”… Esto es: los gilipollas apuntaban sus flechas tan hacia arriba y en vertical, que les caían y mataban a quiénes las tiraban… Pero aquello fue más una escaramuza que una batalla.

O sea, que sí, que yes, que oui, pero que menos lobos, Caperucita. No cabe la menor duda que, cuando suceden los aconteceres históricos, más o menos cruciales, siempre hay un hecho por el que se da comienzo, como se ha de señalar otro por el que se dé término. Eso es muy lógico y muy humano, hermano, pero de ahí a que sean epopeyas epatantes va un muy largo trecho… Lo cierto es que, sobre esto que nos ocupa, el tal Munuza, en el 731, volvió la espalda y la espada a los suyos, y se alió con el dique de Euclés, de la cercana Aquitania, casando con su hija Lampagia, a la sazón cristiana y mocita ella.

Quiero decir con esto, que las historias que hacen la Historia son más de familia que de la épica con que se condimentan… Muchos textos enseñáticos de Historia, en realidad están plagados de distorsiones, omisiones y añadiduras que vienen de puros embustes. Todo a mayor gloria de la política que defiende según qué intereses en según qué territorios, y según en qué momentos de esa misma Historia… De hecho, fue Carlomagno quién comenzó la reconquista hispana empujando a los árabes pasado Catalunya tomando a mano derecha.

Nosotros hemos pasado de tener una historia grandilocuente y de imperiales sesgos, semi-inventada por una autarquía dictatorial, ganadora y vengadora de una guerra civil, a diecisiete historietas del Capitán Trueno y el Guerrero del Antifaz con visos de historia, en la que cada taifa intenta arrimar el agua a su molino de la manera más torpe y soez… Aún recuerdo, hace unos años, que la Región de Murcia quiso eliminar a Cartagena de la Historia en sus “textos sociales” para sus colegios… Con mayor o menor acierto, así hacemos las cosas en esta España mía, que también es vuestra…

Claro que en mi época de posguerra leí mi Historia de España a las bravas y yendo a por brevas… Luego, con el tiempo, me he ido recogiendo libros de historiadores de fuera, hispanistas serios (británicos casi todos), libres y no paniaguados, que han ido poniendo las cosas en su sitio… Lecturas independientes de autores independientes, que son los más objetivos, en definitiva… Pero un servidor, personalmente, les recomiendo a nuestro Juan Eslava Galán, si quieren saber las verdades del barquero que hay enredadas entre las mentiras. Es como desintoxicarse de una dieta agresivamente falsa; como reconciliarse con la auténtica, genuina y verdadera Historia, contada sin tapujos inventados… Por supuesto, esto es el “Plan B”; sigue existiendo el bendecido “Plan A”, que es dejarse llevar por los embustes de lo que nos cuentan aquellos que también nos piensan. O lo que sea.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

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